domingo, 27 de febrero de 2011

Viento Ranquino




                                          Osvaldo Mora Rivas



Viento del Sur,
encontré al cordillerano viento;
venía del lago hacia los cerros,
iba yo mirando aquella altura y
me sentí empujado por su aliento.

La tierra seca bajo mis pies inquietos,
la va arreando como peón moreno;
cual niño travieso sopla al polvo,
polvo que a las hojas, al pasto,
a mi enredado pelo, a mis ojos;
es jinete de tierra en bueyes sudorosos.

Luego ya se calmó, bajó el polvo a la huella,
se agitó unos momentos y se durmió en las piedras.
Seguí mi marcha lenta y a poco subir cuestas,
sentí me hacía falta su mano suave  y fresca.

Cerca está ya  la cumbre, el sol quema mi rostro,
los pastos se retuercen por los fuegos eternos;
así pesa el cansancio, como pesan los años
al animal de tiro y al abuelo del barrio.

Mis pies quieren negarse a seguir avanzando,
pero siento tu voz viento cordillerano,
que me invita riendo, a seguir caminando y
mirar de más cerca, como vuelan los pájaros.

                                          

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