Fue el mayor de diez hermanos supervivientes de una familia de clase media baja. Nació el 2 de febrero de 1882 en un suburbio de Dublín.
Existen dos estatuas de tamaño natural que lo representan caminando por las calles de Dublín y Trieste, un busto lo recuerda en St. Stephen’s Green en su ciudad natal; su imagen apareció en el billete irlandés de diez libras emitido en 1993, entre otros recordatorios. Es uno de los grandes escritores que no ganó el Nobel.
James Augustine Aloysius Joyce, (1882 – 1941) novelista y poeta irlandés es considerado uno de los más influyentes escritores en la vanguardia de comienzos del siglo pasado. Estudió en un internado de jesuitas hasta que debió retirarse porque su familia no pudo seguir financiándolo, pero posteriormente le fue ofrecido un sitio en otro colegio de jesuitas, Belvedere onteve, con la esperanza de que se uniera a la orden.
Sin embargo, Joyce habría rechazado el catolicismo alrededor de los 16 años, aunque la filosofía de Tomás de Aquino continuó influenciándolo a lo largo de su vida. Algunos biógrafos sostienen que, tarde en la vida, se habría reconciliado con esa fe, ya que, leyendo entre líneas los trabajos de Joyce se vislumbrarían vestigios de fe y actitud católicas. Sin embargo, a su muerte en Zurich (13.01.1941) cuando un sacerdote católico trató de convencer a su esposa Nora de celebrar una misa de difuntos, ella replicó: “No podría hacerle eso a él”.En cambio, un tenor suizo cantó: Addio terra, addio cielo del Orfeo de Monteverdi.
No fue nacionalista ni menos un entusiasta del idioma gaélico. Después de su graduación universitaria – estudió inglés, francés e italiano – viajó a Paris con intenciones de estudiar medicina, lo que abandonó debido a su dificultad con los términos técnicos.
Tuvo que regresar a los pocos meses por la muerte de su madre.
Su primer texto fue la novela “Stephen, el héroe”, el que abandonó, después reescribió como “Retrato del artista adolescente”,obra semi autobiográfica desde la niñez a la juventud, donde aparece como Stephen Dedalus, nombre que usará también en “Ulises”.
Conoció a Nora Barnacle, quien con el tiempo sería su esposa y ambos partieron a Europa, donde él se dedicó a hacer clases de inglés en Trieste, donde permaneció por 10 años, En 1909 Viajó a Dublín para publicar su obra: Dublinenses, una serie de 15 cuentos, algunos satíricos, ambientados en el Dublín de comienzos del siglo 20, cuando el nacionalismo irlandés estaba en su apogeo. Sus personajes de clase media y baja aparecerán después en Ulises. No tuvo éxito con su editor. A su retorno a Europa escribió el poema “Gases de un quemador” (1912) como una invectiva contra éste.:
Pues estoy obligado para con Irlanda:
tengo su honor en mi mano,
esta hermosa tierra que siempre envió
a sus escritores y artistas al exilio
y con irlandés sentido del humor
traicionó a sus propios líderes, uno tras otro.[ de Gases de un quemador 1912)
tengo su honor en mi mano,
esta hermosa tierra que siempre envió
a sus escritores y artistas al exilio
y con irlandés sentido del humor
traicionó a sus propios líderes, uno tras otro.[ de Gases de un quemador 1912)
Escribió una sola obra de teatro “Exiliados”, a pesar de su antiguo interés por el medio teatral. En 1915 se trasladó a Zurich con su familia, ayudado por dos alumnos suyos, personas de influencia. Muchos amigos le ayudaron en su carrera, en especial Ezra Pound, un entusiasta de la obra de Joyce.
Publicó varios libros de poesía.
Comenzó después la novela por la cual sería mundialmente conocido: “Ulises”. Ésta se desarrolla en un solo día, el 16 de junio de 1904, como una parodia de la Odisea de Homero. El libro muestra varias áreas de la ciudad de Dublín en su miseria y monotonía. Consta de 18 capítulos, cubriendo cada uno de ellos una hora del día. Cada capítulo emplea su propio estilo literario y se refiere a episodios específicos de la obra de Homero. La combinación de escritura caleidoscópica con una estructura en extremo formal convierte al libro en una importante contribución al desarrollo de la literatura modernista del siglo 20. Tuvo un sinfín de dificultades para publicarla por motivos de censura.
A continuación, la parte final del monólogo de Molly (Penélope), muestra del flujo de conciencia o monólogo interior.
… me gustan las flores quisiera tener la casa entera nadando en rosas Dios del cielo no hay nada como la naturaleza las montañas salvajes luego el mar y las olas precipitándose luego la hermosa campiña con campos de avena y trigo y todo género de cosas y todo el lindo ganado andando por allí que haría bien al corazón ver los ríos y los lagos y las flores y todo género de formas y olores y colores brotando hasta de las zanjas primaveras y violetas eso es la naturaleza para aquellos que dicen que no hay Dios no daría ni el blanco de una uña por toda su ciencia por qué no se ponen a crear algo le preguntaba muchas veces a los ateos o como se llamen que vayan primero a lavarse sus miserias luego van pidiendo a gritos un sacerdote cuando se mueren y por qué porque tienen miedo del infierno a causa de su mala conciencia ah sí les conozco bien quién fue la primera persona en el universo antes de que hubiera nadie el que lo hizo todo ah ellos no saben y yo tampoco así pues podrían lo mismo tratar de impedir que el sol saliera mañana el sol brilla por ti me dijo el día que estábamos tumbados entre los rododendros en el promontorio de Howth con el traje de mezclilla gris y su sombrero de paja el día que conseguí que se me declarara sí primero le di un poco de la torta de semilla que tenía dentro de mi boca y era bisiesto como ahora sí hace dieciséis años Dios mío tras aquel largo beso yo casi perdí el aliento sí él decía que yo era una flor de la montaña sí eso somos flores todo el cuerpo de mujer sí esa fue la única verdad que dijo en su vida y el sol brilla hoy por ti sí por eso me gustó porque vi que comprendía o sentía como es una mujer y supe que yo podría hacer de él lo que quisiera y le di todo el placer que podía para llevarle a que me pidiera que dijese sí y yo primero no quería contestarle mirando sólo el mar y el cielo estaba pensando en tantas cosas que él no sabía de Mulvey y Mr. Stanhope y Hester y de Papá y del viejo capitán Groves y de los marinos que jugaban a pájaro al vuelo y a saltar del burro y a lavar platos como ellos lo llamaban en el malecón y el centinela frente a la casa del gobernador con esa cosa alrededor del casco blanco pobre diablo medio achicharrado y de las muchachas españolas riendo con sus mantones y sus altas peinetas y de los gritos por la mañana de los griegos judíos árabes y Dios sabe quienes más de todos los rincones de Europa y de la calle del duque y del mercado de aves todas cloqueando ante Larby Sharon y de los pobres burros resbalando medio dormidos y de los vagos tipos dormidos con su cara a la sombra de las gradas y de las grandes ruedas de los carros de bueyes del viejo castillo de hace miles de años sí y de todos aquellos hermosos moros todos de blanco y con turbante como reyes pidiéndole a una que se sentara en su tiendecita de Ronda con las viejas ventanas de las posadas ojos mirando tras las rejas ocultos para que el enamorado bese los barrotes y de las tiendas de vinos entreabiertas por la noche y las castañuelas y de la noche que perdimos el barco de Algeciras el vigilante rondando sereno con su linterna y oh el mar el mar carmesí a veces como de fuego y las soberbias puestas de sol y las higueras de los jardines de la Alameda sí todas las raras callejuelas y las casas rosa y azul y amarillo y de las rosaledas y los jazmines y los geranios y cactus y de Gibraltar cuando niña y cuando flor de montaña sí cuando puse la rosa en mis cabellos como las muchachas andaluzas la llevan y debí llevar una roja sí, y cómo él me besaba al pie de la pared morisca y me pareció bien lo mismo de él que de otro y después le pedí con los ojos para poder volverle a pedir sí y él luego me pidió si quería decir sí mi flor de montaña y primero le rodeé con mis brazos y lo atraje hacia mí para que pudiera sentir mis pechos todo perfume sí y su corazón latía como alocado y sí dije sí quiero Sí
Su última obra – y favorita – fue Finnegan’s Wake, texto que presenta un punto de vista de la historia fuertemente influenciada por Giambattisca Vico. Vico propone una visión cíclica de la historia, donde la civilización emerge del caos, pasa por fases teocrática, aristocrática y democrática y luego se precipita de regreso al caos. La más obvia muestra de esta influencia de la teoría cíclica de la historia se encuentra en las palabras iniciales y finales del libro, pues la obra finaliza con el comienzo de una frase y comienza con el final de la misma frase, convirtiendo el libro en un gran círculo. Fue escrito en Paris y su gestación abarcó 17 años.
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