La
cultura conduce núcleos activos de pensamientos y sentimientos sociales. Pero
existe el agotamiento de las formas expresivas cuando se acaramelan, se ponen
siúticas o simplemente saturan los medios de comunicación. La contracultura
debe tomarse como una renovación y no como una eliminación. El Danubio Azul
sigue con admiradores a pesar de los valses peruanos. El tango no elimina al fandango ni el bandoneón al acordeón salvo en las
orquestas típicas. La cueca chora no está contra la tradicional. Tampoco el
"terremoto" o el trago guachaca eliminan el whisky on the rocks. No
es correcto decir que las expresiones "contra" son superiores o
inferiores, mejores o peores, o menos cultas. Nicanor Parra es fìsico teórico,
matemático avanzado, traduce a Shakespeare como los buenos Y lo vemos en las
fotos con el birrete junto a doctores en la Universidad de Oxford. No me parece
eso sí correcto llamar a sus poemas, antipoemas. El hombre imaginario, tan
repetido ahora, tiene la técnica lingüística de concentración de voces para
lograr horadar más intenso las piedras mentales. Su hermana Violeta es super
contra y cambia la tonada llena de afectación y languidez, por otra dura, contestataria.
En la contracultura hay mucho que decir y paños que cortar, pero quiero
terminar con otro contra como es el poeta Zurita que arremete contra Lihn,
Teillier, G. Rojas y los llama tajantemente autistas porque cree que se
encerraron en torres de marfil. Y es cierto que muchos literatos se hacen los
sordos o no quieren escuchar el tintineo de las espuelas de los jinetes que
conducen los caballos del apocalipsis.
Enrique Darío Lamas
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