domingo, 5 de octubre de 2014

LA FLACA DEL COLE



Nos hicimos amigas en el colegio. Al año siguiente mis padres me cambiaron “a un establecimiento mejor”, como ellos decían. Pero nos seguimos viendo con la flaca, ella iba seguido a mi casa y a veces me quedaba en la suya. Carreteábamos juntas, pero siempre fuimos muy distintas. A mi me gustaba el rock pesado y a ella, nunca lo tuve claro solo sé que le gustaba bailar y siempre cantaba “Paramar” de los Prisioneros. También la flaca a esa temprana edad había experimentado cosas que yo no, siempre iba muy segura a conquistar a un mino, en cambio a mi me daba un poco de plancha. Me paso con Pablo; la flaca me lo presentó un día, ellos eran amigos. A mi me gustaba mucho pero siempre estaba mi amiga de por medio, y al final nunca paso nada con él.
Luego entré a la universidad, ella se embarazó y tomamos rumbos distintos. Ella decía que ahora que estaba en la universidad andaba más estirada. No era así, también tenía mis problemas.
Un día me encontré con Pablo en las afueras de la biblioteca nacional. Nos dimos un fuerte abrazo, hace mucho tiempo que no nos veíamos. Me invitó a tomar algo, conversamos por largo rato y cuando los dos estábamos pasados de copas, él me confesó que yo le gustaba cuando íbamos en el cole, pero siempre la flaca intentó separarnos. “Cómo, si éramos amigas, ella no haría algo así”… me fui pensando en lo que me había dicho Pablo y me acordé de todas las veces que no se comportó como mi amiga… de las veces que me levantó un mino o cuando insinuaba ser más linda que yo. La verdad, nunca me intereso el tema de la belleza. Siempre pensé que existían cosas más importantes, nunca fue tema. No sé por qué no lo había visto antes… quizás nunca fuimos muy amigas. Recordé un día que la visite y no me sentí cómoda, ya no hablábamos de las mismas cosas, nuestras vidas eran muy distintas. Siempre fuimos diferentes, pero esa vez sentí que un abismo de historia se interponía entre las dos. No sé que nos distanció pero Pablo tenía razón en que los dos nos gustábamos en la adolescencia y siempre estaba esa barrera entre él y yo.
Nos vimos con Pablo, una, dos, tres veces en un bar, después de clases, en un motel, en su departamento, en el mío. Cada vez que pudimos. Y lo mejor, ya no estaba la flaca del cole. Si alguna vez volvió a preguntar por mi, yo no respondí.


Connie Tapia Monroy.

PALABR@S 22
Círculo Literario de Maipú
sinalefa25@hotmail.com 

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