Juan Ramón Cuello
Formas
“Otra dormida llega, a la quieta ciudad”
Con su estilo magistral, se refiere así, nuestra única e
irrepetible Gabriela Mistral, al hecho de dejar a una dama en el campo santo,
para su descanso eterno.
Es lo que ha sucedido recientemente con nuestra muy querida
Palmenia.
La implacable realidad de la vida nos ha traído esta pena,
nos la ha quitado físicamente.
En esta cofradía de entusiastas aprendices de escritores, ya
antes se fueron dos de los nuestros.
Sin variación alguna, les hemos extrañado, les hemos
querido, con todas sus características de persona humana, les hemos valorado
como individuos, y sobre todo, hemos compartido con ellos esa tan particular
devoción, consistente en llevar al papel, para que otros sepan, nuestras
emociones, deseos, alegrías, penas, opiniones y gritos del alma.
Ahora nos corresponde, en lo puntual, referirnos a nuestra
querida amiga Palmeni.
¿Quién no tiene algo por ella escrito?
No será posible olvidar sus participaciones en clases, con
trabajos llenos de evocación, de sublimidad, de infinita ternura.
¡Qué bien, qué gratificado quedaba uno, al escuchar esos
conflictos inventados por ella, la historia heroica de esas mujeres que creaba,
siempre con profundidad, relatos dotados de un marcado señorío literario, fruto
seguramente de sus largos años de escritora.
Porque si algo caracterizó a Palmenia, fue su ternura, que
tenía su inicio en ese hablar pausado, suave, grato, para después confirmarlo
en sus escritos, que posteriormente leía sin prisa, como susurrando.
Precisamente en recuerdo de esa personalidad de tan
exquisita sobriedad, de su proverbial prudencia, de su bulla quitada, casi
inexistente, es que lo que quisiéramos decir de ella debe ser breve, cauteloso,
suave.
Sólo terminar afirmando quizás lo obvio, lo esperable, lo
justo.
Que además de confiar en que ya est´ss en los brazos del
Padre, expresar con decisión que te quisimos, Palmenia y que, tanto en el
Taller de Narrativa, como en el Círculo Literario y en la Casa del Adulto
Mayor, mantendremos vigente tu recuerdo y tu ejemplo.
Juan Ramón Cuello Formas
Agosto 2013
Se fue un pedazo de sol.
A la memoria de Palmenia San Martín.
Hoy escuché el
canto de la muerte,
negro de envidia.
Ebria con tus
relatos
huye esa parca
hacia la noche,
robando versos
y canciones
doradas.
Vino con oscuros
secretos pegados
a los huesos,
partiendo la
fragancia
de tu vida.
Solitaria esta
muerte
con ojos fuego
encarceló tus
venas
en el óxido de las garras.
Lejos pluma y
nido,
siniestra fiera
muerde la sombra
del jardín.
Aquellos pájaros
extrañarán
el agua en la fuente,
esa miel amarrada
a tu voz,
la sonrisa
luminosa.
Pasos del silencio
toman
tu recuerdo.
Dormirás al final
de la memoria.
Emilia Páez Salinas.
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