Gustavo Adolfo Olate
Si cumplimos con las obligaciones y deberes, tenemos el derecho a reclamar el privilegio del beneficio; ello, en lo familiar, lo social, lo político, lo cultural, etc.
Es lógico suponer que surgen cuestionamientos a este principio porque el ser humano, por lo general, exige
acceder a los derechos sin considerar que lo ético y moral plantea cumplir primero con los deberes.
¿Un alumno puede esperar buena nota si no ha estudiado la materia requerida? ¿Se puede aceptar críticas a las autoridades si ni siquiera se está inscrito en los Registros Electorales y/o no se ha votado?
Si la comunidad basara su comportamiento en cumplir antes de exigir, podríamos soñar con el fortalecimiento moral y ético. Así se daría mejor formación a las generaciones futuras. Y, de esa manera, dichas generaciones comprenderían que es útil aplicar algo que hoy no se considera válido, como es la experiencia bien utilizada, un real tesoro que entrega el correr de los años y que no se compra en el kiosco de la esquina.
Por eso, cumpliendo el deber de las obligaciones, cada uno puede ganar y entregar experiencia, respeto, comprensión y formación como persona.
Entonces, primero la obligación y después el derecho.
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