viernes, 30 de septiembre de 2011

DOS MICROCUENTOS


GIGOLÓ
     Germán González Ulloa 


Hombre joven falta respeto (supuesto) a mujer vieja. Se disculpa exageradamente. Ofrece chocolates. Cuando va a dejar los chocolates la mujer vieja, intuitiva, le pregunta si es por ella tanta atención. “No, por su hija”. Se ofrece a desvirgarla sin riesgos. Examen VIH ahora y en seis meses más (de abstinencia). “¿Cómo demostrará la abstinencia?”. “Fácil, me vendré a vivir acá”.


PASEO NOCTURNO

 

                                        Patricia Franco Muller

Felipe caminaba tranquilo como si la noche y la calle le pertenecieran.
Iba llegando a la esquina cuando aparecieron en grupo, todos de negro y de aspecto inquietante. Al centro comandaba el más corpulento. Le rodearon sin emitir palabra.

Felipe se parapetó contra el muro, mientras el pelo se le erizaba. Ellos iban avanzando lentamente en su dirección. Cuando ya les sentía el aliento en la cara, comenzaron los insultos y amenazas. El jefe se aproximó aún más, mostrando su arma. Desesperado, Felipe se volvió atrás y con la energía del terror, comenzó a trepar rápidamente usando de apoyo cada intersticio de la vieja pared. Logró ponerse a salvo, mientras la frustrada pandilla manifestaba su indignación allá abajo.

El jefe puso fin a la escena. Acercándose al muro, orinó contra él. Toda la pandilla le imitó disciplinadamente y por turno de importancia. Al terminar, el grupo se fue con un trotecillo que pretendía indiferencia, batiendo las colas a compás.

Felipe había observado todo desde arriba. Quizá meditaba en que la estrategia militar pudiera unir a sus semejantes y enfrentar al enemigo en igualdad de condiciones. Pero la anarquía de su raza y su individualismo porfiado jamás le permitirían salirse del libreto. Con aire de resignación, se afanó en langüetearse los pelos todavía erizados.



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