DOS POEMAS DE ROMÁN DE LA PARRA
Francisco
Salinas Parra nace una fría mañana de julio de 1976 en Santiago de Chile,
conocido en su entorno literario como ROMÁN DE LA PARRA. Estudió en el Liceo
industrial Alberto Widmer la carrera de mecánico de aviación. La mayor parte de
su existencia la ha pasado en su país de origen. En el año 2006 y 2007 estudia
poesía en los talleres literarios que imparte el poeta chileno Sergio Rodríguez
Saavedra. A finales del año 2007 emigró a Brasil donde estuvo un lapso de
tiempo, al año siguiente viaja a Estados Unidos para trabajar y residir junto a
su familia. Actualmente forma parte del "Mobile writers guild",
(grupo de escritores de Mobile) en el estado de Alabama.
Román concibe la poesía como una manifestación
cotidiana y necesaria y por tanto ésta debe ser sencilla y al alcance del
entendimiento de todas las personas, esta apreciación podríamos homologarla con
los versos del gran maestro de la anti-poesía Nicanor Parra ” los poetas
bajaron del Olimpo…”
Román
de la Parra retrata en su poesía entornos y situaciones que todos hemos visto
alguna vez, reconocibles y cotidianas con las que tropezamos a diario,
abordadas de forma divertida y muchas veces irreverente, construyendo sus
textos como un álbum de fotografías, para el cual, él es el primero en posar.
Fueron días tristes
Como morir
y resucitar en una habitación
completamente solo
Paredes blanco invierno
y una alfombra
azul
con olor a neoprén
dieron bienvenida
cada tarde
después
de la fábrica
Nadie me esperaba
Una que otra mosca
hurgueteaba
el pan duro
del desayuno tirado
sobre la mesa
Sin buenas noches
desperté
y sobre viví
cada nuevo día
Como ratón
que sale de
su madriguera
Aun después que
Hiroshima se volvió
polvo
A quien importa
el hedor
a huesos de perros muertos
si tú mismo
eres carroña
para buitres
Sin comida
Sin radio
En muchas ocasiones
deseé la muerte
Una tarde
golpearon la ventana
Era un ángel
sin alas
1 metro 75 de estatura
y los ojos
más tristes
que jamás
había visto
“Ya basta
de todo esto”
Dijo ella (el ángel)
“vuelve a casa
con nosotros por
favor”
Y así fue
que desde entonces
no he dejado de morir
entre sus brazos
10 de Mayo
Ni tan cariñosa
ni tan suave al corregir
pero necesariamente útil
y efectiva para enderezar caminos
Invasora de habitaciones
Colonizadora de cuartos
Gobernante de sueños rotos
Dictadora de vidas frustradas
Conocedora única
de la peor
receta culinaria
Eficaz
para el planchado Bi-Lineal
en pantalones desgastados
Ahora bien
usted se preguntará
¿qué clase de madre es esta?
mejor pregúntese
qué clase
de
hijo soy
DOS POEMAS DE ANDRÉS GAVILÁN ESPINOZA
·
Nacido en 1991 y habita en Maipú desde 1993. En
los años 2007 y 2008 participó en el taller de poesía dirigido por Sergio
Rodríguez Saavedra donde se inició en la literatura, este taller marcó en
definitiva su orientación por las letras, entrando primeramente en el año 2010
a estudiar Pedagogía en Lengua Castellana y Filosofía. Actualmente cursa la
carrera de Pedagogía en Lengua Castellana en la UMCE.
Diablere (2007)
Consume,
consuma
El hecho
un producto
del deseo
Sigue,
cortando
cortándome
Bebe
del seno de la vid
emborráchate
sacia
cierra tu boca a la fuerza
muérdeme
no fingiré
La sangre no es subjetiva
consuma
El hecho
un producto
del deseo
Sigue,
cortando
cortándome
Bebe
del seno de la vid
emborráchate
sacia
cierra tu boca a la fuerza
muérdeme
no fingiré
La sangre no es subjetiva
La oscuridad de los cristales (2013)
Y ante la
oscuridad quedé paralizado
como un niño ante su reflejo
alimentado por la luna y la noche,
¿a qué temeré?
las fauces del mismo demonio
o las grutas incendiadas
de fervores y velas.
Las calles que corrí en la mañana
y el silencio...
¿Será mi mano en el espejo?
En moverla está el riesgo.
como un niño ante su reflejo
alimentado por la luna y la noche,
¿a qué temeré?
las fauces del mismo demonio
o las grutas incendiadas
de fervores y velas.
Las calles que corrí en la mañana
y el silencio...
¿Será mi mano en el espejo?
En moverla está el riesgo.
DOS POEMAS DE EMILIA PÁEZ SALINAS
Jacarandá.
A Berta, mi madre.
Estos ojos son maderas
coronadas
de cielo,
aquella ola sin lágrimas
que besa las veredas de tu
pueblo.
Violeta prendida a la
infancia
de traje sin historia,
mar lejos de la playa.
Eres árbol acunado en amaneceres
azules, cerca de la lluvia,
empapado de pájaros
sin memoria.
Son tus brazos, recuerdo
de otros brazos,
tibios de esperanza.
Jacarandá en diciembre,
silueta
alerta a la mirada
del transeúnte
ciego
que viaja más allá
de los sueños,
alerta a la mirada
parda de una anciana
que vive en el tiempo
de los olvidos.
Defensa del oso polar
Greenpeace existe porque esta
frágil
Tierra necesita una voz
Necesita soluciones
Necesita cambios
¡Necesita
acción!
Greenpeace.
Diciembre. Sola en la
guarida espero un obsequio
del Dios que también creó
a los humanos.
Esta soledad roe sangre
grasa garras.
Enero. Dos jazmines ciegos
se aferran a mi leche,
tibieza atada
al cuerpo.
Sueño con morsas
de cristal,
el aliento lame
mejillones,
ojo alerta
a la verde fuga
de las algas marinas.
Aún no es tiempo para andar
sobre nieve,
no soy aquel almendro
que se cubre de flores
en invierno
para adelantar
la primavera.
Espero pasos de marzo. La
cautela
que los años sembraron
es defensa para hijos,
alimento,
refugio.
Salgo al Ártico, el viento
es caricia,
atesoro dos oseznos,
la mañana tiene olor a sol,
sabe a esperanza.
No es cierto que los polos
se derriten.
No es cierto que el hombre
es nuestro verdugo.
Usted, señor, languidece sus
días,
prisionero de las máquinas,
camine aquel horizonte,
mire el canto de los
pájaros,
escuche cielo y mar.
Piense, señor, su comodidad
y aquellas tristes alegrías
son océanos de fuego, muerte
oscura
que no me deja
vivir.
Los gobiernos indiferentes
al dolor
del oso polar,
así como las grandes
petroleras,
no tienen ojos para mirar
estas dos joyas
que descansan
junto a mí.
Soy víctima del hombre
así como otros hombres
en tierras pobres
también agonizan
sus vidas.
La Estrella del Norte
es guadaña que corta
aliento,
muerde con dientes de acero,
mata con zarpas de hierro.
Levanto esta voz en la
albura
de mi reino,
es bueno que escuches,
hombre poderoso.
¡Necesito hielo, focas,
el Ártico en su magnifica
hermosura!
Camina, piensa, exprime
tu corazón en busca
del hálito bondadoso
que pueda salvar
los animales.
Está cerca el momento
de una Humanidad
silente con bosques
en fotografías
y osos de peluche.
¡Entiendan, hombres,
el agua será dulce recuerdo!
¡ Entiendan, hombres!
habrá sólo volcanes,
arenas,
desiertos.
BASUREROS
Juan Ramón Cuello Formas
¿Quién, sino ustedes nos libran de impurezas?
Coleópteros amigos, rapiñas serviciales
Vuestros gritos, augurios de limpieza
los escucho cuan gratos sonidos musicales.
Basureros, hermanos, sin sustituto amigos
Que hacen de los hogares, nidos inmaculados
¡Qué labor encomiable, qué trabajo bendito!
Son merecedores de ser, por siempre valorados.
¿Qué vida llevaríamos sin vuestro sacrificio?
¿quién día a día limpia con gran resignación?
¿quién es aquel que afronta peste, lacra, estropicio?
¡son vidas fulgurantes, en plena creación!
El asco, la vergüenza han debido guardarlos
Piden en Fiestas Patrias, también en Navidad
Una ayuda que aumente sus salarios tan bajos
Pero lástima; no todos responden con plena propiedad.
Pero aquí los poetas, eternos pensadores
Que por siempre intentamos el oro descubrir
Ése que brilla fulgurante en vuestros corazones
Rendimos hoy tributo a ustedes por vivir.
Por hacer por modestos jornales un trabajo esencial
Porque martes, jueves y sábados les oímos gritar
Porque sus manos sucias, ajadas, agrietadas
Se llevan con presteza las sobras de nuestro bienestar.
Basureros queridos, hombres de nuestro pueblo
Que haciendo Patria, a diario por las calles van
Vaya para vosotros las rosas del reconocimiento
Flores, bendiciones, parabienes, para a ustedes brindar
Que alguien se atreva en forma perentoria
A rendirles homenaje de gratitud y lealtad
Otros, a diario, sin merecerlo reciben gloria
Y no se reconoce a aquellos, que lo son de verdad.
Jesucristo estaría del todo de mi parte
El privilegió siempre al débil, al obrero
Sería, sin duda, el primero en alzarse
A bendecir sin límites a nuestros basureros.
Cuando de noche ronca el motor del camión del que se sirven
Llueva, truene o el látigo del frío les cale hasta los
huesos
Cuando van resignados haciendo lo que hacen
Amigos: habemos quienes sabemos valorar sus esfuerzos
Juan Ramón Cuello Formas
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