Al ingresar a un taller de arte (literario,
pintura al óleo, manualidades y escultura) podemos observar que la mayoría de
los participantes han ingresado – y algunos más allá, pisando su ingreso al
club de la cuarta edad – a la denominada edad del adulto mayor. La pregunta nace por sí sola. ¿Qué los incita
o los lleva a participar con entusiasmo? La respuesta la encontré, a mi parecer,
en un artículo sobre Elías Canetti, de Carlos M. Moreno que nos dice: “Los creadores
quizás, nos ayudan a ahondar más en la condición humana, a comprender mejor al
mundo que nos rodea, a padecer y gozar de otra manera ¿Cuál es la tarea del
Creador? ¿Por qué escribir, Pintar, Esculpir, Bailar…? Es como si algo ajeno a
ellos, fuera de sí, un éxtasis nacida de la experiencia los arrastra a
hacerlo”.
En el 1900, a una persona nacida en
Chile, se le pronosticaba una esperanza de vida de 30 años. Hoy, en el 2012 es
tres veces mayor (79 años) y este brinco es producido por el mejoramiento de
las condiciones de salud, alimentación y económicas registradas en el país,
este hecho ha permitido el surgimiento propio de las naciones que envejecen
aceleradamente.
El Registro Civil e Identificación,
destaca que en Chile viven 752 personas con 100 o más años. La mayoría son
mujeres (81%) y se concentran en la Región Metropolitana. Los hombres
representan el 19%, pero tienen entre sus filas a los más longevos del país.
Arturo Larraín (102) médico y uno de los primeros chilenos en llegar a la
Antártica en 1947. Por lo tanto no es de extrañarse la cantidad de
participantes a los talleres de arte, si nos basamos puramente en los datos
estadísticos. No debemos olvidar que grandes genios en el arte crearon sus
mejores obras en el espacio de tiempo del adulto mayor.
En literatura, que es el arte que nos
convoca, podemos citar a Daniel Defoe (1660 a 1731) de vida aventurera, espía,
comerciante en quiebra, periodista, poseedor de gran ingenio y de moral no muy
sólida, publica su novela Robinson Crusoe
a fines de 1719 pisando los 60 años de edad.
Jonathan Swift (1667 a 1745). Al igual que
Defoe, una vida muy accidentada, pero a diferencia de aquél, más que un
aventurero fue un amargado pesimista, publica en 1726 (59 años) Los viajes de Gulliver. El libro salió a
la luz como anónimo...
Juan Jacobo Rousseau (Ginebra, 1712
Francia, 1778) Filósofo precursor de la sensibilidad moderna, y una de las
grandes figuras de las letras de habla francesa y de la literatura universal,
publica Emilio en 1762 a los 50 años de edad
Víctor Hugo (Besanzón 1802 - París 1885)
Destacado como el más célebre escritor en el siglo XIX, Publica Los miserables, a los 60 años, El hombre que ríe, a los 67 años y Noventa y tres, a los 75 años.
Antonio Machado (1875 a 1939) Publica La guerra en 1937, a los 62 años
J.R.R Tolkien (1892 a 1973) 81 años.
Publica El señor de los anillos entre 1952 y 1956 con 64 años,
anteriormente publicó el Hobbit en
1932.
José Luis Borges (1899 a 1986) Podemos
citar tres de sus obras El informe de
Brodie, en 1970, a los 71 años, El
libro de arena, en 1975 a los 74
años, y La memoria de Shakespeare, en
1983 a los 86 años.
Elías Canetti (1905 a 1994) Es presentado como
el escritor que se escribió a sí mismo en trozos. Sus tres volúmenes La lengua absuelta, en 1977 publicada a los 72 años, La antorcha al oído, publicada en 1980 a los 75 años y El juego de los ojos, en
1905, a la temprana edad de los 80 años.
Y, de nuestros maravillosos poetas
Pablo Neruda (1904 a 1973) citaremos La espada encendida, en 1970 a los 66 años,
La barcarola, en 1967 a los 63 años.
Gonzalo Rojas (1916 a 2011) Oscuro,
en 1977 con 61 años y varias otras obras, a partir de esta fecha,
hasta cumplir 91 años.
Nicanor Parra (1914 a ) Sermones
y prédicas del Cristo de Elqui en 1977 a los 63 años. Hojas de Parra en 1985 a los 71 años, Páginas en blanco en el 2001 a los 87 años y Discurso de sobremesa en el 2006
a los 92 años de edad y quizás qué sorpresa nos entregará, porque aún
está con nosotros y totalmente lúcido.
Entonces podemos decir que los aprendices
de escritores que poblamos los talleres literarios, en algún momento de
nuestras aciagas vidas, podemos escribir una obra notable. Sigamos en ese
éxtasis nacido de la experiencia, continuemos
en padecer y gozar en la búsqueda de ese poema o ese cuento, o tal vez esa
novela, que obligará a mencionar nuestros nombres en alguna página
de la historia literaria de nuestras comunas y por qué no, de nuestro amado
Chile.
Mario Alfredo Cáceres Contreras.
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