Soledad Palacios
Tras asumir la presidencia de
Uruguay el 1 de marzo de 2010, José Mujica o Pepe Mujica como algunos lo llaman cariñosamente, rehusó mudarse a
la casa de la presidencia, prefiriendo quedarse en su humilde casa en las
afueras de Montevideo. José Mujica y su mujer, comparten las labores de su
pequeña chacra donde cultivan flores. También es sabido que Mujica dona el 90
por ciento de su sueldo a proyectos de ayuda. « Con ese
dinero me alcanza, y me tiene que alcanzar porque hay otros uruguayos que viven
con mucho menos», dice.
Sus declaraciones
son directamente provocativas para muchos, y sorprendentemente reveladoras para
otros. En lenguaje sencillo, Mujica expresa el sentir de mucha gente que sabe
que el modelo de vida actual ya no es sostenible, que la crisis está dando paso
a una forma nueva de vivir y gobernar, y nos recuerda cuál es el propósito de
la vida.
“Venimos al planeta para ser
felices. Porque la vida es corta y se nos va. Y ningún bien vale como la vida y
esto es lo elemental” dijo en su discurso en la cumbre Rio+20 en Brasil donde
se reunieron 139 paises para tratar el tema ecológico bajo el alero de la ONU.
Cuestionó el modelo de la economía de mercado y el hiperconsumo como fuerzas
que nos gobiernan y nos esclavizan, entendiéndolo como un problema político y
cultural. En las propias palabras de Mujica: “Por ello digo, en mi humilde
manera de pensar, que el problema que tenemos es de carácter político. Los
viejos pensadores –Epicúreo, Séneca o incluso los Aymaras- definían: ‘pobre no
es el que tiene poco sino el que necesita infinitamente mucho, y desea más y
más’. Esta es una clave de carácter cultural.”
Algunos uruguayos no están conformes
con su gestión como gobernante, y dicen que no ha cumplido con todo lo que
prometió al asumir la jefatura de estado. Otros, no aprueban su estilo
campechano, sencillo y argumentan que un presidente debe mantener ciertos
códigos. Muchos lo aplauden, por su ejemplo y sus iniciativas que lo destacan
como un líder consecuente y humanitario, como cuando ofreció la casa de
gobierno para albergar a los indigentes durante una ola de intenso frío en
Uruguay. Cosas así, prácticas y reales descolocan a muchos que no pueden ver o
se resisten a ver la profundidad de su influencia. Mujica ha sido un defensor
de la justicia social toda su vida, y a diferencia de otros presidentes que son
médicos, abogados o empresarios, Pepe Mujica es un líder que nace en el seno
del pueblo uruguayo. Su historia política se remonta a los tiempos del
Movimiento de Liberación Nacional (MLN), como respuesta a la dictadura uruguaya
en los años 70, lo que le costó 14 años de cárcel por estos motivos. La
recuperación de la democracia puso a Mujica en libertad y fue así como se
reintegró a la vida pública hasta llegar a a presidencia en el año 2010. Sin
duda, su experiencia como preso político tuvo algo que ver con su opción de vida
y sus percepciones sobre lo que debe ser la política en la actualidad. En una
entrevista, el presidente uruguayo explica que el dilema de los gobernantes es
la necesidad de atender a los problemas inmediatos de la nación y no tener
tiempo para ocuparse de los asuntos a más largo plazo, que son esenciales para
cualquier proyección evolucionaria de la sociedad. Según Mujica, cada
gobernante se ve obligado a cumplir con sus electores con las tareas urgentes,
pero descuida la visión de futuro que le serviría de norte en tiempos de
crisis. De ahí que en sus discursos insista en la necesidad de replantear la
vida, la cultura, de revalorar lo que de verdad es importante para la vida
humana.
Me gusta que Pepe Mujica sea un
presidente latinoamericano, que sus palabras sean sencillas y que no le importe
el protocolo, es más, me da esperanzas, me da gusto, es tan alentador que
alguien en su posición hable desde el amor y el sentido común. Es refrescante
que alguien con su trayectoria y a sus años tenga la lucidez para ver hacia
adelante sin las anteojeras de la comodidad y las conveniencias. Es
reconfortante saber que existen gobernantes hoy en el poder con una visión
evolucionaria, transformadora; con el coraje suficiente como para sostener una
verdad que la mayoria prefiere ignorar. Necesitamos un nuevo paradigma, una
nueva forma de relacionarnos, de hacer la vida, una nueva economía para la
gente, no para sostener un sistema que nos esclaviza y nos enferma. Por eso me
gusta que Pepe Mujica sea el presidente “más pobre del mundo” y que en su
biografía se lea: profesión, horticultor. Alguien que cultiva flores conoce
bien las condiciones favorables para que la vida prospere, sabe cómo trabajar
con los elementos, cuidando, protegiendo. Un hombre que está en contacto con la
tierra percibe los cambios, los ciclos que terminan y lo nuevo que se inicia,
sabe que para que algo nuevo nazca, lo viejo tiene que morir, y Pepe Mujica –
estoy segura – sabe muy bien que vivimos tiempos urgentes que requieren dejar
morir lo que ya no sirve, para dar lugar a una nueva forma de resolver los
temas fundamentales que el viejo sistema no ha resuelto, o como él mismo lo
dice, necesitamos un nuevo modelo de civilización que favorezca a la vida
humana y no al mercado.
Soledad Palacios Franco, nacida en Santiago, en 1957, profesora de
lenguaje, es autora de la monografía: "Discurso poético y experiencia
autoritaria. La poesía: Alternativa de resistencia al autoritarismo en términos
de una ética cristiana traicionada”, publicada por el Instituto Chileno de
Estudios Humanísticos en 1989.
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