miércoles, 30 de noviembre de 2011

POEMAS DE ROLANDO SALAS-CABRERA


Todo es uno
 Qué sueño, qué sonrisa, qué misterio, qué roza mi frente ahora sin saber lo que piensa,
  hoy que la noche es bosque de súbito y de sombra
  y un perfil imposible de belleza me tienta.
                                         José Lupiáñez


Desde las lentas bóvedas del sueño
hasta la claridad de la mañana;
desde el boscaje azul de mis anhelos
hasta la liturgia que amasa
el pan de cada día;
todo es uno, un milagro
solo y portentoso,
una estirpe de ríos cotidianos,
el trazo fraterno de mis manos
en el corazón del infinito.

Y no sabemos si lo que viene
es el mar desbordado del espanto
o los surcos que marcan
los grillos en la tierra;
pero toda la noche
seré un pájaro aleteando
entre tus arcos de luz,
una barca que boga sin consuelo
en el lago azulado de tu espalda.


La palabra escrita.


Fueron cortos los días, presurosos.
Y las noches muy lentas.
Encantadas.
Y se quedaba uno pensativo
con la mirada sujeta en la distancia.
Y así pasó el tiempo, se detuvo
un instante la pena y el vacío.
Y esa palabra escrita me llenaba
el corazón de sueños.
Nunca rocé su piel
ni bebí la mirada de sus ojos.
Nunca fueron mis manos
rehenes de su cuerpo presentido.
Y se fueron las palabras agostando
como una brisa que muere en los silencios.
Y pasó la vida con sus gritos,
y uno se oscureció de nuevo,
sumergido
en este mínimo templo donde habita
un manojo de signos y de sueños.
Hasta que un día, cuando ya el olvido
cubierto había la bruma del recuerdo,
me encontré frente a frente con sus ojos.
Sin brisas, sin delirios, sin palabras.            


Las dos mitades de la vida.  


Uno habla con palabras simples
de cosas cotidianas.
De la vida que pasa
y es a ratos un destino
de caricias dormidas,
una enredadera de sueños.
El placer
que nos hace más libres y más buenos.

Pero aquí también se crecen las desdichas.
Las noticias golpean el corazón como un martillo.
Sin embargo uno queda perplejo
ante el milagro de un pájaro en vuelo,
el sonido del agua canturreando en la fuente.
O deslumbrados ante una mirada
que se mete en los ojos
como si fuera el mar.

Y así vamos.
Entre las noticias de mujeres muertas,
las bombas que explotan destrozando la aurora.
Y estos arreboles de sueños
que pareciera nos hablan de otro mundo.

Y sin embargo es este.
Son las dos mitades de la vida.
Son las calles que acumulan suspiros.
Insultos, sonrisas, atentados,
orines, besos, amenazas.
Los eternos señores de la guerra
que en ovales despachos decretan
la tortura.
Y es la boca que escupe sus blasfemias
 y el ruido
que estremece la calle
con su histeria de motores.

Es la congoja a ratos, y a ratos la comedia.
Y hay rincones donde solloza
la sombra de una mujer o un niño,
que no puede levantar los ojos para mirar el cielo.
Y hay señoras y niños que van hacia el mercado
y una bomba les roba los huesos y los sueños.
Y uno sigue aquí mirando
como se aman las palomas.

Y sólo quedan los gemidos. Y escribir unos versos.
Y decirle a la vida que ya basta.





No hay comentarios:

Publicar un comentario