Enrique Darío Lamas M.
La insoportable levedad de ser entes pensantes, se hace cada vez más penosa si no tenemos el lugar físico, el ahí y el ahora.
Sin esos espacios flotan nuestros más preciados huesos culturales que hemos atesorado y arrastrado para compartirlos con otros, pero viéndonos las caras y disfrutando juntos como animales sociales, custodiando lo que valoramos como esencias características de la especie humana.
Pero no están empujando a reptar por las calles y encontrar allí los lugares para expresar inquietudes, necesidades ciudadanas. Los estudiantes salen desde sus prisiones-escuelas a ocupar esos espacios y con batucadas, bailes, gritos, cánticos manifiestan la alegría de encontrarse y reencontrarse en demostraciones multitudinarias.
Internet y sus redes son herramientas muy importantes de intercomunicación. Sin embargo nos deslizan al aislamiento en espacios cibernéticos. Pero nosotros no somos seres virtuales sino de carne y hueso. Necesitamos el espacio real, el lugar donde conversar nuestros proyectos y anhelos cara a cara. Precisamos lugares donde podamos entregarnos a la creación literaria, a la expresión pictórica, a la conversación sin prisa, a caminar las rutas poéticas, donde cantar las canciones de antes y de ahora.
Es verdad que el terremoto colapsó acá en Maipú, algunos sitios que nos eran indispensables .
Es verdad también que provocamos fastidio y nos eluden los que tienen a su cargo la conducción cultural y son distribuidores de los recursos para las actividades inherentes. Esos funcionarios interpretan nuestro asedio como una amenaza a la tranquila recepción de sus emolumentos mensuales burocráticos.
En la reciente cumbre ciudadana, algunos participamos para entregar las necesidades de contar con espacios culturales. En todas las mesas de trabajo se proyectaron iniciativas para ocupar recintos aún disponibles y considerar la construcción en cada sector-barrio de gimnasios multipropósitos para asentar y albergar en ellos las organizaciones comunitarias y vecinales y sus proyectos de cultura.
La verdad que son sueños que pasarán de generación a generación sin un despertar alegre. Sueños eternos porque cuando llegan los recursos estos son desplazados desde lo importante a lo urgente. Los sueños personales pasan a la categoría de sueños colectivos no realizados.
¿Cuántos de los más de medio millón de maipucinos o maipuínos saben o han oído mencionar que hay una joya oculta en el corazón, en el centro mismo de nuestra ciudad?
Señoras y señores, hay un recinto que permanece cerrado desde los tiempos en que los concejales tenían la denominación de regidores . Un espacio, un recinto con un aforo superior a las cinco mil personas, que se podría convertir en un Arena como el que se levantó en el parque Cousiño .
¿ Cuántas administraciones municipales han pasado, elegidas con nuestros sufragios, que no fueron capaces de conseguir con el gobierno del país, con el Ministerio de Cultura,o el de Deportes los fondos para recuperar el recinto de la medialuna?
El asunto es tan críptico, tan secreto que mueve la mente a imaginar que tras los monumentales portones se oculta algo.
¿Quizás cayó un meteorito, un trozo de nave espacial y la Nasa no permite intrusión, hasta una total investigación?
¿Talvez se instaló allí un laboratorio para investigar genética con ratones?.¿Habrá ahí restos el arca de Noé?
Pero la última decisión podría ser también hacer del recinto un memorial para recordar y rendir homenaje a todas las vaquillas maltratadas y torturadas en los rodeos que hasta fines de la primera mitad del siglo pasado allí se efectuaron .Algunos músicos dicen sentir todavía ecos de los rasgueos de las guitarras y de los sones de cuecas y tonadas que animaban a los huasos y a sus caballos en las corridas.
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