domingo, 12 de agosto de 2012

COMENTARIO DE LIBRO


“Persona non grata”. Jorge Edwards.
reedición 2007, Alfaguara

381 páginas.
  
A pesar del título, Fidel Castro, en la última entrevista, le habría dicho al autor lo siguiente: “ En rigor debíamos haberlo declarado persona no grata, pero no quisimos hacerlo por tratarse de nuestras relaciones con Chile”.

El libro relata el período de tres meses en que el autor, en su calidad de funcionario diplomático, fuera enviado por el Presidente Allende a La Habana fines de 1970, como encargado de negocios, previo a la llegada del embajador y encargado de negocios definitivos,  para reanudar las relaciones entre Chile y Cuba.

A pesar de la extensión de esta obra, una persona contemporánea del autor la apreciará, leyéndola en un par de días. Está escrita con habilidad de novelista, ironía, humor. El autor no se alaba, al llegar a su destino nota que hay algún tufo a prejuicio contra él, ya que no es especialmente esperado, aparentemente debido a malentendidos. El anterior embajador en la Cuba de la dictadura de Batista, fue un tío suyo con el mismo apellido y en la prensa cubana aparece mencionado negativamente el dueño de El Mercurio, otra vez el apellido en cuestión.
Luego de instalarlo en el hotel principal de la ciudad, el equipo gobiernista dilata la entrega de un automóvil para su uso, lo que se hará más tarde y será un..” Alfa Romeo, cuyo color, no recuerdo si granate o azul correspondía, según me dijo alguien, al de los personajes más encumbrados…”

Edwards, quien desde un comienzo destaca su profesión de escritor de preferencia al oficio de diplomático que desempeña,  se reunirá con bastante frecuencia con algunos escritores considerados opositores al regimen cubano. En estas reuniones se ventilarán opiniones marcadamente malignas en un ambiente de total francachela, bien regadas y alborotadas, incluyendo molestias a los vecinos, como lo puntualiza él mismo. En toda esta historia, flota en el ambiente la sospecha de espionaje, incluso con las chicas que el escritor frecuenta. Su mismo amigo Heberto Padilla le dice: “No confíes en nadie, menos en mi” (¿?)  En consecuencia, el autor se encontrará observando con sospecha cualquier rincón de las habitaciones, incluyendo los espejos, como posibles cámaras y grabadoras ocultas, sensación que lo perseguirá aún fuera de Cuba ya en calidad de sicosis.

Pasado un tiempo, Fidel Castro hará llamar al escritor-diplomático aficionado a la parranda y le reprochará su actitud. Edwards no quedará corto en su autodefensa y  en una conversación de 3 horas, sacará a relucir todo su amor hacia la izquierda, tanto así que Fidel se sorprende, diciendo que es una lástima que esa reunión no se haya efectuado antes y expresando que “..ya envié mi informe a Salvador Allende…”dando a entender que la situación no tiene ya remedio.
Se despiden cordialmente, prometiendo Edwards que le enviará un libro que antes le había mencionado.
Edwards se despide de Cuba y ya en el avión que lo llevará a su próximo destino diplomático en Paris,
acusa recibo de una mala jugada del funcionario cubano que ha tramitado su viaje: lo ha colocado junto a una pareja de “gusanos”. (¿o se tratará de una manía persecutoria?).

El libro ofrece semblanzas de Fidel Castro, su hermano Raúl y de Raúl Roa, ministro de Relaciones Exteriores de Cuba. Cabe hacer notar dichos personajes salen bien parados en el escrutinio, en especial Fidel, de quien se ofrecen varias aristas de su personalidad, aunque se hace notar la poca efectividad que atribuye el autor a las  granjas modelo experimentales con que se afana el gobernante cubano, ya que no se vislumbra su posibilidad de desarrollo a gran escala.

Un libro interesante sobre tres meses en La Habana de los 70 y un rápido vistazo a los comienzos del gobierno de la Unidad Popular en Chile.



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