lunes, 31 de octubre de 2011

MILICO


COMENTARIO DE LIBROS





MILICO, novela  de José Miguel Varas

LOM Ediciones, publicado en 2007, 366 páginas. Biblioteca Municipal de Maipú.

     Confieso que comencé a leer el libro y no lo pude soltar, lo que me valió un par de noches de insomnio.
Eso porque se trata de la reciente historia, de lugares, personajes, situaciones que los contemporáneos del autor vivimos en la propia piel. El lenguaje coloquial de diferentes personajes y vocabularios, reproducido con fidelidad ortográfica, los vocablos que permanecieron pegados a un pasado común que ahora aparecen despertando recuerdos, sensaciones,
hasta los avisos radiales que algunos escuchamos desde la niñez, saltan de pronto, como las sorpresas de las fiestas infantiles

     Es una novela que comienza el día anterior al golpe militar de 1973, en el Hospital Militar, cuando el padre del protagonista Jaime Román, un coronel de ejército,  ha fallecido y él se presenta para velarlo y llevarle la ropa para ser enterrado. (Ese mismo día, mi abuela fue llevada a ese hospital por una grave fractura. La atención del personal fue diferente, ahora apresurada, brusca, tuvo que devolverse sin apenas ser atendida. No sabíamos a qué se debía esa extraña actitud, pues correspondía que fuera hospitalizada de inmediato. Se nos dijo que regresáramos al día siguiente. Y el 11 de septiembre ningún civil pudo ingresar.)

     El protagonista se queda mirando el estanque velado de musgo de los peces rojos del antiguo hospital, y recuerdo haberme quedado observando ese mismo estanque, tantas veces, desde la niñez. Cierto es que todos sabíamos que se preparaba un golpe, pero no se sabía que de pronto, los “civiles” nos habíamos convertido en “el enemigo”. Eso lo refleja la novela, paso a paso. Mucho tiene de autobiográfica. La visión del personaje Román tiene un aire de escepticismo, tan chileno en el fondo, con los mismos rasgos de humor que desplegaba el autor en novelas, cuentos y crónicas. Describe el miedo constante, la amenaza que pende sobre todo el que pueda tener alguna actividad, algún pensamiento que pueda ser considerado subversivo por el aparato militar, guiado como una marioneta monstruosa por el que mueve los hilos desde el norte del continente. Cierto es que en alguna parte, algo sobra, algo se pone más sentimental de lo debido, pero no opaca la tensión constante, la historia que tantas y tantos vivieron, que todavía sigue dando pesadillas a los sobrevivientes de las torturas.  Queda en la atmósfera la amenaza de que lo acontecido puede ocurrir otra vez, porque está pasando en otros países, maquillada y manipulada por organizaciones internacionales que ya no convencen a nadie. La novela  está escrita casi como un reportaje, sin estridencias, sobriamente.

     Espero que los textos de José Miguel Varas que quedaron sin publicar, puedan aparecer pronto, para gozar de la sensación de cercanía, veracidad y calidez que éstos producen, dictados por un testigo de las vidas de sus contemporáneos.

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