Ricardo Lagos Núñez
Saliendo del baño en bata, Catalina Valdés, 29, trigueña oscura, increpó a su marido, Juan Carlos Gutiérrez, 47, moreno claro, constructor civil, topógrafo:
- Sigamos con el temita inconcluso, ¿ya? ¿cuán valiente te crees, me lo puedes decir?
- ¡Ya empezaste de nuevo, Cata! Por favor, por los niños, córtala de una vez!
En el living comedor del penthouse, la tensión se podía tocar con la mano. Continuó Juan Carlos:
- Tienen derecho a crecer y desarrollarse en un hogar normal, y sin la aparición de traumas posteriores ¿ya? ¿si? ¡Basta de discusiones!
- Juanca; tú me conoces; no soy una esposa ni optimista ni fatalista; soy y me considero una mujer realista, y me pregunto y te pregunto a sí: ¿Te la puedes para evaluar o reconocer “ciertas cosas”?
- ¿A qué te refieres, mujercita? ¿Acaso me estás encontrando cobarde?....¿No te contó mi mami cuando el 76 me llevaron detenido a Tres Álamos, el campamento militar de Puente Alto? ¿no?
¿y cuando el comandante Guarategua me llevó a la sala de interrogatorio para preguntarme:
1) ¿Cuál es tu simpatía política, cabrito?
-Mi ideología política se orienta al PS, Comandante.
- Ya – respondió el oficial – sigue así con la verdad, porque si mentís, no lo vay a alcanzar a lamentar; antes te va a llegar un balazo, como a esos – me dijo, indicando con el dedo una ruma de cadáveres – de esos que me mintieron al negar su militancia en esto o aquello por miedo al balazo.
Vos no, cabrito, que vos soy valiente, así que ándame diciendo la firme:
2) ¿No sabís de ninguna cédula de enlace PS – PC – MIR – MAPU?
- No Comandante; no sé absolutamente naea.
3) ¿Cuántos meses estuviste estudiando los textos de Aerofotogrametría en el Instituto Chileno Soviético?
- Como tres meses, comandante.
- ¿Aprendiste el idioma ruso?
- No, Comandante, es muy difícil, sobretodo el alfabeto.
- Bien, cabrito; tu eres…a ver…tú eres Juan Carlos Gutiérrez. Te vay libre y tus papeles se van limpios, sin timbre político, ya que estabay fichado como correo del PS. Un soldado te va a encaminar a la salida. ¡Libre Cata…libre! Y yo, mujer, que no tuve miedo a decir la verdad en Tres Álamos, con una ametralladora por delante, te voy a tener miedo a vos, acaso me voy a poner a temblar ante un par de calzones; voy a tenerte miedo a decir la firma, si acaso la Olivia Mondragón, mi ex secretaria ¿ha sido algo mío?
Hace tiempo que me vienes cateteando de si soy lo suficientemente macho como para reconocer que nuestra relación está agotada. Te lo repito; no sería por infidelidad mía. ¡Que se estrelle la avioneta conmigo adentro si es que me he acompañado de la Oli para ir a banquetes, eventos o fiestusas. Ya te lo dije en Algarrobo; si me llegan a invitar a un hueveo o desmadre, pues, haría lo que se debe, ir contigo, mi mujer, mi p.areja.
- Ya, Juanca, ¿pero y esas quedaditas de “sobretiempo” con comillas, hasta más allá de las ocho y media, en la sala de dibujo, haciendo “trabajo extra”, viendo esos levantamientos topográficos, o bien fotográficos, el los bosques de Placilla? ¿Ah? ¡sentimientos transversales! ¡Cosquillas1 ¿ah? ¿ah?,, La Olivia Mondragón…como si yo no hubiese oído hablar de esa mosquita muerta; de esa partusiadora desinhibida y come hombres.
- ¡Mira quien habla! ¿Y esa quedada, ese encuentro con tu ex pololo, ese que trabaja en las minas de oro del norte, Combarbalá y Choquelimpie? ¡Un encuentro que te hizo llegar un cuarto para las doce; llegaste con algunos traguitos y acaso ¿crees que no me di cuenta? Te fuiste directo a la ducha… mmhh…mmhh ¡Ah! Cuando vienes de la oficina, toda acalorada en verano, nos besas a todos, pasas revista a la casa y después, tranquilamente te vas al baño.
- ¡Vaya ginecólogo de a peso veinte que llegó aquí! Yo no sabía que si una llegaba al tiro a ducharse, forzosamente es porque ha estado con alguien o porque se ha pegado un “salto”. ¡Que se estrelle la avioneta conmigo adentro, si alguna vez yo me hubiera dejado calzonear por un gallo al cual le contesté el saludo por educación o urbanidad.
- ¡Dejémonos de jurar, Cata, no vaya a ser cosa que ..mañana…¡no, Dios mío, mejor ni pensarlo!
- Si: ¡No vaya a ser cosa que te hayas partuseado a la Oli…y por perjuro, el Piper se venga guarda abajo!
- Y ¡no vaya a ser cosa que la avioneta se vaya a la cresta contra los roqueríos, porque tú esa tarde, perdón, digo esa noche, te descuadraste en tu “saludo” al tunante de Ruy García. Y a mi como que se me hace de que a usted, señora Catalina, a usted esa noche en la “cena de negocios” del Ruy y con los técnicos mineros australianos, tres rucios bonitos y matadores, ahí en el restaurante marino Acuario, Paris 817, ahí, después del banquete afrodisíaco. Usted, señora, se fue de loly, o mejor dicho, de capote: la capotearon entre los cuatro huevones, y eso pasó en los comedores reservador del interior: y eso, porque como ya era tarde, usted se negó a ir a los hoteles que están el lado, el Paris y el Lucy. No se pudo duchar porque no es hostal, y llegó de cabeza a ducharse, sin decir buenas noches ¿Si? Caliente…caliente…como el agua ardiente. Si, muy, pero muy caliente la huevoncita…
- ¡!Adónde la viste, estúpido, mal pensado! Mejor me voy a preparar lo de las niñitas, la Javierita y María Ignacia, para que tengan todo listo para mañana y vos ¿verificaste con el Panayotti que el motor esté afinado, y ai habrá un clima apacible, y en qué estado están las canchas de ski en La Parva?
- No, pero luego voy a llamar al griego al aeródromo de Tobalaba, o a su puesto en el Ministerio de Obras Públicas.
El matrimonio Gutiérrez Valdés tenía por hijos a María Ignacia, 5, Javiera 4 y Benjamín 2, el conchito. Más el sobrino de Carol, de visita en esos momentos.
- Pues, señor Juan Carlos Gutiérrez, será a usted a quien le llegue la noticia, por mi, que debemos separarnos usted y yo, porque yo, Catalina Valdés, tengo a “alguien” en mi vida; y a ver si usted va a ser tan valiente cuando el 76, por rogelio, lo agarraron los milicos; quienes finalmente terminaron por ordenar el país, porque con Allende, cuando la UP, ¡puff! Ni hablar del caos, el desorden y la anarquía, que así me lo contó mi msmi…
- Mire m’hijita, así como yo arriesgo perderla si no me porto bien, pues yo le digo ¡viceversa! Siga usted con encontrones y saludos con su ex, y le aseguro que me pudiera perder, aunque una cosa, ¡los niños no me perderán jamás! Pero si es cosa de decirlo, apartamos camas, que por ahí se empieza.
- ¿Ah, si´Yo creo que eso es de los dientes para afuera ¡como si no conociera yo a los hombres! Son muy fanfarrones, pero cuando presienten que pueden perder a su pareja, o de ser abandonados por su mujer, ante esa posibilidad…ante ese peligro, puja el más cobarde o…se caga el más valiente.
- Bien, Cata, así será si tú lo dices, pero este alegato me produce fatiga moral, así que mejor volvamos al paseo de mañana a las canchas de ski: ¿hiciste lo tuyo, aparte de celar, discutir y amenazarme? Los niños, el cocaví, la ropa de montaña, los zapatos de ski, etc. Etc.?
- Si, es poco lo que me falta, si bien no puedo encontrar la parka de María Ignacia y los zapatitos de ski de Javiera. ¿Adónde los habrá metido?
Llegó el esperado día domingo del paseo; para mayor seguridad pilotearía el técnico de vuelo Constantino Panayotti. En la noche, el sueño de ambos, Álvaro y Carola fue intranquilo y lleno de pesadillas. María Ignacia, como que “presentía algo”.
Llegaron el el furgón al aeródromo de Tobalaba, provistos de cocaví y equipos. Constantino sacó la Piper del hangar; subieron y se acomodaron; la avioneta aceleró por la pistam, hasta despegar. Al poco tiempo, ésta sobrevolaba los faldeos cordilleranos, alternados de blanco y verde, en un vuelo plácido, aparentemente plácido.
Transcurrida media hora desde la partida, el Piper se volvió inestable, dando tumbos: ¡y estuvo a punto de estrellarse contra los roqueríos previos a La Parva y a punto de estallar en llamas después! Pero la habilidad del piloto, en una maniobra desesperada, hizo que la avioneta se arrastrara por el pastizal pedregoso, varios metros, hasta detenerse por un tiempo, prácticamente destrozada: ¡Pero por esas cosas de Dios o del destino, salvaron milagrosamente todos con vida, aunque con lesiones!
La peor parte del accidente la sacó Juan Carlos, quien, aparte de una lesión a la columna que lo obligaría a un tratamiento de a lo menos tres meses, se fracturó la nariz, más contusiones varias en su rostro.
Y la pequeña María Ignacia, con fractura en una pierna, pero una luxación absolutamente tratable: Carola por su parte, sufrió un doloroso esguince cervical, lo cual la recluye a reposo.
Al volver a casa, después de ser atendidos de urgencia en la Posta Central, la primera en sacar la voz fue Catalina.
Tomando de la mano a Juan Carlos, le susurró. –Lo importante es que estamos todos vivos m’hijito, aunque según mi pensar, es tanto a más importante el que estemos juntos, e inclinándose, pese a su intenso dolor cervical, le besó suavemente.
- Menos mal. Ahora repite: ¿Qué estamos juntos dijiste? ¿No estabas tan enojada y amenazante?
- Ya no, estoy accidentada pero feliz de tener a los niños, y a ti con nosotros. Y le volvió a asir fuertamente la mano y sus ojos comenzaron a humedecerse, tratando de sujetar las lágrimas.
- Siento m’hijito, que me invade algo que no tiene explicación racional: siento intensamente que, independientemente que usted haya estado con la Oli, la Ali o la Eli, me invade una intensa sensación de que nos quieres a mi y a las niñas por sobre todas las cosas de la vida.
- Yo también, Cata, también estoy feliz que nos hallamos salvado, gracias a Dios y …a la excelente maniobra de Constantino, al dar el golpe de timón. Me preocupa Ignacita, con su piernecita rota.
- Si, pero es una luxación soldable, y bajo pleno control médico.
- Yo también, como que pienso, Cata, aunque no sé por qué, que tú eres tan intensamente mía, como la Javierita la Ignarita y el Benji: pero no sé por qué me da por pensar y sentir así.
- ¿No nos habrá pasado esto Cata, como una maldición…tal vez un castigo por jurar en falso?
- Tal vez, Juanca, pero ¿de qué maldición hablas si tenemos la bendición de estar juntos y vivos, una vez más y con una vida por delante para ver crecer y criar a los niños?
- Yo también estoy feliz de tenerte conmigo y a los niños, hasta la ancianidad, si es que llegamos a vivir tanto.
En los niños, María Ignacia inclusive, se esbozaba una plácida sonrisa; una felicidad apacible, pese a las fracturas, machuconess, hematomas y el tremendo trauma. Todos habían sufrido duramente el choque: la avioneta destrozada y sin ningún tipo de seguro aéreo.
Pero el duro trauma a largo plazo, de un hogar despedazado y dividido, ese trauma María Ignacia, Javiera y Benjamín, ese trauma no lo tendrían.
El hogar, el amor, el matrimonio, la familia Gutiérrez - Valdés, esa se había salvado.
En el respaldo del dormitorio conyugal cuelga un cuadro, con el retrato de una autoridad mundial, con el lema escrito abajo:
¡El amor es más fuerte!
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