El lenguaje adecuado - sea escrito, oral, visual, etc.- constituye en eje indispensable para mejorar la cadena de invisible titanio que fortalece la comunicación que, para bien de todos, debería ser permanente, comprensiva y respetuosa, entre muchos otros aspectos.
No obstante, esa comunicación también abarca conceptos tales como divergencias, acuerdos, dudas, críticas, etc.
Sin embargo, el festinar el lenguaje, utilizar barbarismos y/o groserías dificulta, baja el nivel para entregar o captar el mensaje que se pretende, según los casos.
Este preámbulo, sin pretensiones de ser un agnosticismo, pretende criticar positivamente el uso ordinario de gran parte del lenguaje actual, tanto en la prensa escrita, radial y televisiva, como en la conversación diaria.
Ya no se usan sinónimos para explicar con claridad lo que se quiere decir, sino que se emplean términos soeces.
Actualmente, en un alto promedio de la comunidad se utilizan vulgaridades propias del argot de bajo nivel. A eso se suma que muchos medios de prensa – dejando de lado la parte sustancial del quehacer noticioso – resaltan con aquel tipo de expresiones los hechos de importancia y sólo entregan farándula barata.
Hoy por hoy, aparece como algo de mayor impacto informativo que tal o cual artista se colocó silicona en sus partes más íntimas, que denunciar situaciones tan graves como el “caso mapuche” o la prostitución infantil en barrios paupérrimos, así como los innumerables casos de corrupción social y politica y que cobran un alto costo ético, moral y económico a las comunidades más desposeídas.
Por eso es que urge que la sociedad – a partir de los propios hogares y colegios – considere básico el uso y aplicación de un lenguaje adecuado. Y eso abarca reflexionar que se debe asumir primero la obligación de cumplir las obligaciones antes de reclamar el derecho al beneficio. La sociedad lo requiere.
Casi había olvidado que existe un idioma llamado castellano, carencia de comas, de puntos, para que hablar de punto y coma.
ResponderEliminarGracias Gustavo Olate, por recordarlos!