Amanda Espejo
Grupo La ManchaMe han cedido estas páginas, exactamente dos carillas para que hable sobre ti.
¿Cómo puedo contenerte en tan corto espacio?
Creo que por hoy, los hitos de tu biografía y la enumeración cronológica de tus premios, se quedarán guardados en la gaveta de la memoria. He de concentrarme en el meollo del asunto: lo que se produce en mí, al ver ante mis ojos el logrado mosaico de tus palabras.
Escucha, Gonzalo, hijo de Lebu...¡bendito seas entre todos los poetas!
Porque aún siendo niño, intuiste el modo de borrar de tu cielo las nubes de hollín, y asombrado, soplaste... soplaste un susurro de palabras frescas que se remontó en el aire y se hizo imagen.
Porque haciendo uso de tu libre albedrío, no tuviste empacho en cortar amarras y caminar tu propia senda bajo el candil de tus sentidos, sin perder ni por un momento, la certeza de la fragilidad e indefensión del hombre frente a lo infinito.
Porque convertiste a tu voz las preguntas universales de todos los hombres y mujeres conscientes, heredándonos la experiencia de tu propia búsqueda.
Porque no te bastó con escuchar el canto de las caracolas... tú ascendiste y descendiste, te diste licencia para volar con el viento y para cavar hasta lo más profundo de la tierra y del SER mismo.
Porque se me nublan los ojos cuando junto a ti, también veo a tu padre, espejismo de muerte... montado, bajo la lluvia... (es un olor a caballo mojado...) mirando a través de ti, sin poder verte.
Porque tu madre, Celia, también es la mía mientras recorro a tu lado la historia viva de su muerte. Soy una entre los siete... y me lloro... y la lloro junto contigo.
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