jueves, 9 de diciembre de 2010

ESTRELLITA BLANCA


                                                                       Palmenia San Martín Torrejón



Papá Lucero y mamá Estrella, se conocieron cuando él regresaba de Oriente. Era un pálido atardecer de otoño, y ella se asomaba titilando tímidamente en el balcón del cielo. Era muy joven, apenas unos millones de años. Fue un amor a primer fulgor.


De esta bella unión nació Estrellita Blanca. Eran tan, tan hermosa con sus cachitos de luz, que Don Sol y la blanca Luna, quisieron apadrinarla en cuanto la conocieron.

En la misma forma que derrochaba belleza, derrochaba energías, lo que obligaba a mamá Estrella a correr constantemente tras ella. A veces se perdía y tras afanosa búsqueda, se la encontraba trepada peligrosamente sobre alguna nube mirando hacia la Tierra, ésta ejercía especial atracción sobre ella...


Un día, a fines de diciembre, se extravió como tantas veces. Sus padres la buscaron largamente, pero pasó el día y gran parte de la noche sin ser encontrada. Cuando ya comenzaban a inquietarse, a mamá Estrella se le ocurrió mirar hacia la Tierra. Era muy tarde, casi amanecía. Mirando aquí, mirando allá de pronto dio con un humilde pesebre, sobre el cual dormía plácidamente un niño y a sus pies Estrellita Blanca, durmiendo tan serenamente como su nuevo amiguito.

Mamá Estrella alargó y alargó sus brazos y cogiéndola de uno de sus cachitos de luz, la depositó en su camita.


Cuando despertó, mamá Estrella y papá Lucero quisieron saber qué hacía durmiendo en aquel pesebre, a los pies de ese hermoso niño; ella respondió – sólo quería alumbrar al niñito, para que no sintiera miedo en la oscuridad, pero la paja era tan mullida y fragante y sus pies tan rosados y hermosos que me dormí mientras contaba sus deditos. ¡Por favor mamá, no me regañes!

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