lunes, 15 de noviembre de 2010


En primavera van apareciendo libros como brotes tiernos, ya estuvo la Feria en la Estación Mapocho y hacia allá fuimos todos, aunque sea a vitrinear y a tener el gusto de ver al hijo poético recién nacido de Orietta Carolina González: Amanecer de luna.
Por orden de aparición, se presentaron en Maipú el poemario de Yorka Gallegos: Servido de Nostalgias, la prosa de Ricardo Sánchez Casa de Puta y el libro siamés de Miguel Cabello/Patricia Franco, Cuentos locos para cuerdas / Cuentos para organillo.





Además, nos regalaron un simpático "acordeón" formado por minicuentos de alumnas y alumnos del taller Ergo sum de Pía Barros. Entre ellos, dos de muestra:

En el país de los tuertos
por Lorena Díaz

Era tuerto del ojo izquierdo. Herencia familiar. Todo lo hacía a medias, pues solo se esmeraba en hacer lo que alcanzaba a ver el ojo bueno. Dicen que se casó con una mujer zurda, que es un excelente bailarín y que se había entrenado en el arte de la palabra. También se dice que acostumbra a leer sólo las páginas impares de los libros y que tiene un gran espíritu de liderazgo.
Ayer lo vi mientras daba un discurso levantando la mano del lado que veía, tratando de sujetar la banda presidencial que usaba a modo de cartera.

Cuenta pública
por Fernanda Cavada

Luego de un análisis cuidadoso de la situación telúrica por la que atraviesa Chile, tenemos el orgullo de decir que hemos ganado dieciséis centímetros en nuestro índice de territorio interno bruto. Oficialmente logramos entrar en los top ten del grupo del círculo de fuego. Estos niveles de crecimiento y eficiencia macrogeológica sólo se consiguen una vez cada veinticinco años. El asunto de las personas sin trabajo, casa, pueblo o familia es solo parte del progreso. Como gobierno, les aseguramos que en cien años plazo, quienes sufrieron de este terremoto recuperarán su tasa de bienestar.


En este número de la revista, se incluye la primera parte de un ensayo de Enrique Lamas y, entre otros, algunos textos de antiguos compañeros del grupo Litemai.

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