lunes, 15 de noviembre de 2010

Neruda




                                Osvaldo Mora

El de la palabra consagrada
a despertar pueblos de su infancia;
traía su mirada inmensidad de mares,
fuego de volcanes, claridad del alba.

Tu largo camino fue dejando huella,
esperanza y luz en los humildes,
por eso tu ausencia sentimos
cuando abres mil puertas fugitivo
estando la patria en tinieblas.

Desde la cordillera alzas tu mano
te vas con el canto en el oído,
aves batiendo sus alas
aplauden tu espléndido vuelo.
Ahora guerrero de batallas nobles,
cantos a lo bello: a la mujer, al niño,
mares, cielo; al hombre que genera
con sus manos riquezas, ahora te sentimos,
mas tu voz no tenemos.

Con flechas certeras denunciaste atropellos:
hambre, exilio, crimen de hombres honestos,
creaste volcanes con tus letras de fuego,
regalando a raudales el aire en cada verso;
ahora estás con ellos, los que ayer se fueron
a fecundar la tierra
te reciben de pie al sentir tu presencia.

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