sábado, 28 de mayo de 2011
Se está cerrando mayo, mes de festividades, comenzando por el primero, el día del trabajo con su imaginería de banderas al viento, desfile, fiesta de todos; luego aquel de la madre, alegre fiesta familiar a veces atizada por la parafernalia comercial; el 11 se recuerda el primer libro impreso en la historia, en China, ciertamente, en el año 868: se trata de El Sutra del Diamante por Wang Jie ("este famoso pergamino fue robado hace aproximadamente cincuenta años por el inglés Ssu-t'an-yin [ Stein ] quien provoca el rechinar de dientes del pueblo en odio amargo." Actualmente se encuentra expuesto en el museo británico. El pergamino lleva la inscripción siguiente: " reverentemente hecho para distribución libre e universal por Wang Jie en nombre de sus padres en el décimo quinto de la cuarta luna del noveno año de Xian Long (11 de mayo de 868)"
Sigue la conmemoración del 21 de mayo, que une el recuerdo de una batalla perdida con honor con la cuenta política del año. No siempre resulta ese dos en uno, y hay quienes están pidiendo cuentas claras y separación de mutuo acuerdo. Un sistema propuesto es que dicha cuenta sea el análisis del año informado por la Contraloría, analizando lo propuesto y lo efectivamente realizado, a fin de darle objetividad a un asunto espinudo.
Llega también la Revolución de Mayo en Argentina, estableciéndose como conmemoración oficial desde el 25 de mayo de 1810, fecha de asunción de la primera Junta, aunque la declaraciòn de independencia de España ocurrió el 9 de julio de 1916.
Una celebración actualísima; el 25 también es el día del “completo” por obra y gracia de un establecimiento comercial.
Y el viernes 27, se presentó el libro de poemas “De ocio y conjeturas” de Melania Tello Romero, en la Sociedad de Escritores de Chile, grata celebración con muchos escritores y amigos, música, canciones vino de honor y otras delikatessen junto a esta talentosa poeta.
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COMENTARIO DE LIBRO
"PASIÓN Y MUERTE DEL CURA DEUSTO" DE AUGUSTO D’HALMAR
Enrique Lamas Morales.
Es la historia de un amor homosexual no consumado.
El joven cura Ignacio Deusto llega a Sevilla para hacerse cargo de la parroquia de San Juan de la Palma y el Provisor del Arzobispado llama a uno de los niños mayores del coro, Pedro Miguel, el gitanillo, para que lo guíe hasta ese lugar .El adolescente de piel trigueña, hermosos ojos azules, lengua fácil, despierto y rumboso, despertó la simpatía del cura.
Nada más contrapuesto .La región andaluza con el Guadalquivir marcando la ruta hacia el océano .Sevilla y Córdoba ,espacios para la fusión de culturas: mezquitas y en su interior templos cristianos y sinagogas , plazas de toros y tablaos para el baile flamenco y el cante jondo . El catolicismo lleno de grandiosidad feérica y dramatismo en Semana Santa. Y la región vasca del norte de España , de donde provenía Iñigo Deusto, mesurada , austera, pero profunda en su concepción del mundo. Es la rica diversidad de España porque en Bilbao el culto arquitectónico muestra a pocos pasos que uno dé un nuevo e impensado horizonte con sus escalinatas, los puentes que cruzan la riada y sus museos donde el Guggenheim impresiona por fuera y por dentro : No le queda en zaga la vecina y esplendorosa ciudad de San Sebastián .Hacia el Mediterráneo está la gran Barcelona que tiene un plus más cosmopolita.
Dos caracteres,dos temperamentos,dos culturas personificadas en el cura Deusto y el gitanillo que se van a aproximar a una fusión amorosa . El cura lo lleva a vivir a la parroquia en una habitación vecina a la suya .Deusto enferma y Pedro Miguel lo cuida y le prodiga caricias. Después el destino lo incorpora a su carisma de cantaor y comienzan sus correrías y sus actuaciones con la coplera llamada Neva .A una presentación acude el cura disfrazado a espiarlo, pero el muchacho lo sorprende y le dedica al celoso Ignacio esta endecha:
Si un imposible no fuera
mi oración sería así:
Que tú siempre me quisieras
pero que nunca supieras
lo que yo te quiero a ti
Las escapadas del muchacho, ya convertido en hombre gracias al encanto de la cantadora , no borran la atracción entre ambos .El gitanillo vuelve a cantar en el coro de la iglesia .Pero como no se produce la relación sentida por el voto de castidad del cura se termina escapando una vez más y toma el tren hacia Madrid .Hasta el tren llega Deusto a rogarle que se quede en Sevilla, pero él ya no accede porque seguirían siendo pasto de comentarios , habladurías y el hazmerreír del pueblo .Desalentado y sin salida Deusto camina por la vía del ferrocarril .Así termina su pasión a los 33 años.
No se puede evitar el enlace de ese drama con lo que sucede en la Iglesia católica en nuestro país . Tres suicidios de eclesiásticos en casi un año y cuántas depresiones .El cura Muñoz de Melipilla condenado por abusos sexuales con mujeres jóvenes actuando como macho, sin freno de sus instintos. El cura Karadima que simula ser hembra, emporcando a muchos jóvenes y a la feligresía .Han cambiado los tiempos y no solamente en Chile, la fortaleza de la continencia ya no existe .D`Halmar tiene al respecto el siguiente comentario: “ es la más insidiosa de las formas que puede tomar la lujuria “.
Todo deriva del creacionismo adoptado por la teología católica pues los sacerdotes quieren representar a un Dios que es solamente espíritu y realizó la creación de arriba hacia abajo .Si hubiese sido al revés, el cuerpo, los organismos y sus instintos, habrían tenido consideración y respeto y no el menosprecio y la execración del sexo que se manifiesta tan evidentemente en la forma que la Virgen María , la Inmaculada , recibió la concepción, pues quedó preñada sin mediar el acto sexual, sin pecado. Este misterio gozoso es casi copia fiel de una antigua leyenda griega .
En suma si no hay un cambio pronto, si no hay posibilidad de que los curas puedan casarse tal como lo hacen los protestantes hace ya tantos años , la iglesia seguirá derrumbándose y la hipocresía será el manto de la bullada continencia que pasó a constituirse como envilecimiento.
Muy bien lo sabía el Premio Nacional de Literatura, 1942, el novelista y poeta Augusto D’Halmar . El escritor estudió en el seminario y no se ordenó como sacerdote pues era honesto y confesó abiertamente en esa época su homosexualidad .
Es una novela excelente que vale la pena releer .
COMENTARIO DEL LIBRO EL CABALLERO DE LA ARMADURA OXIDADA
Carolina Rosales Stevenson
El Caballero de la Armadura Oxidada escrita por Robert Fisher nos muestra por medio de un cuento de caballería la importancia y la necesidad de expresar cada sentimiento existente en nuestros corazones. En cierto modo nos comprueba que todos nosotros utilizamos de modo constante una armadura para enfrentar las cotidianidades correspondientes a nuestra vida, por ejemplo, nuestro protagonista llegó a tal punto que no se quitaba su armadura ni para comer, porque deseaba estar preparado para salir de inmediato a cualquier misión encomendada por orden del rey o por necesidad personal de sentirse un héroe. Hasta que llegó el día que intentó quitarse la armadura y no pudo quitársela porque no se percató que durante tanto tiempo la tuvo puesta que se le oxidó. Ese fue el instante en que se dio cuenta que estaba a punto de perder a su esposa Julieta y a su hijo Cristóbal las dos personas que más amaba en su vida. Aquí nuestro caballero comienza la aventura que cambiará su vida para siempre.
Como dice Terry Lim Taylor, autora de “Los Ángeles como Mensajeros”. El Caballero de la armadura oxidada se trata de una fantasía adulta que simboliza nuestra ascensión por la montaña de la vida. El viaje del caballero está plagado de esperanzas y desesperanzas, ilusiones y desilusiones, risas y lágrimas. El Caballero de la Armadura Oxidada es mucho más que un libro.
3 TEXTOS DE FELIPE ROJAS
Lejos
La distancia tiene forma de guadaña
Cuando tu voz es la de un teléfono ocupado
Cuando tu mirada me dibuja invisible
Cuando tu voluntad elige de mi cariño ausencia
La distancia tiene forma de guadaña
de silencio árido
que congela el cariño
y la pena hierve.
En el paradero
Mientras espero el vehiculo verde con blanco, mi celular vibra alarmado: su pantalla me lee: ‘’terminamos, lo siento, cuídate. ’’ Viene, levanto mi dedo índice, estiro mi brazo como la barrera negra amarilla de los rieles ferroviarios, aun así, la quiebra y sigue su rumbo, indiferente. ‘’ Se me paso la micro… ya vendrá otra. ‘’ dije y reí.
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La micro se cree ferrari en el gris reflejo de las nubes, miro como la cotidianidad avanza hacia atrás, veloz. Para. Sube un peinado enmarañado parecido a un montón de paja con un bolso. Parte. Recita la típica ganga: ''Señores pasajeros... compre... tan solo cien...'' (el ruido del motor opaca su guión, aunque algo alcanzo a oír: ''lleve su parche curita... no está demás... siempre hay algo que sana...'' y la micro frena y la alfalfa se tambalea) Para. El vidrio me revela tristeza: dos bocas se acarician encendidas en el paradero, la de un tipo equis y la de mi fiel polola, dulce, dulce coincidencia. Parte. El señor de los bucles tormentosos observa como se diluyen las imágenes en el vidrio. Le hago una seña y viene con ojos de cien pesos. Se los doy y me pasa una tira de parches. Corto el primero, lo doy vuelta, saco el par de papelitos blancos y veo una herida de lagrimas rojas.
AZOTE DEL MAR
Osvaldo Mora Rivas.
Allí llegó el amor con su pureza, con
cálida voz al mar le dijo: amigo del
saber y de la tierra, dueño de la razón,
eres inmenso, de gran fertilidad y eres
tan bello; tú no aceptas cadenas, ni
tiranos, inagotable fuente de
alimentos; con furia enceguecida,
castigas
cuando te contaminan y matan
la semilla de tu vientre perfecto.
Yo comparto tu enojo. Da miedo; sé
que un día no lejano, invadirás
los valles, aplastarás montañas,
sepultarás riquezas que acumulan los
hombres con sufrimiento ajeno;
remojarás tus aguas salares y desiertos,
fértil tierra será,
lo que ha sido tu lecho.
Y nosotros los hombres,
mezquinos y ciegos,
dormiremos la muerte por
millones de años;
fecundando la tierra en
nuestro largo sueño.
¿Subdesarrollo y felicidad?
El presente artículo fue publicado el 11 de diciembre de 2001 en la edición N° 109 del periódico La Batalla. Afortunadamente el pimiento no murió, sin embargo hoy es un bello prisionero acorralado por un local de comida rápida “ de cuyo nombre no quiero acordarme”.
Hace algunos años leí el libro “ Subdesarrollo y felicidad “ del escritor William Bluske Castellanos (Bolivia). El título me sorprendió porque parecía contradictorio que la felicidad pudiese estar conectada con el hambre, el analfabetismo, la pobreza y todo lo que significa el subdesarrollo. Sin embargo, ya en la dedicatoria, encontré indicios del mensaje de Bluske Castellanos :
“…A todos los Presidentes de Bolivia, gracias a cuyas virtudes y olvido seguimos disfrutando del sabor añejo del solar nativo “ (1).
“A los preclaros hijos de esta tierra, cuya verborrea parlamentaria y dinamismo político sirvieron para contener el desarrollo impertinente que merma la felicidad (2).
Cuando paso por el centro de Maipú y llego hasta Pajaritos con Cinco de Abril, no sé por qué recuerdo a William Bluske, especialmente cuando veo el pimiento, “reliquia vegetal de más de 200 años” como dice un cartel que colocaron Los Maipucitos en el árbol.
Los niños con su gran sensibilidad y conciencia nos dan una lección a los adultos. Ellos saben que el pimiento presenció los gloriosos hechos del 5 de abril de 1818, por lo tanto hay que cuidarlo.
Conversando con un comerciante, él me contó que muchos escolares venían a hacer tareas bajo el pimiento y seguramente más de algún amor nació a la sombra de este añoso árbol, que también refrescó a los bravos patriotas después de las batallas.
Este último tiempo en nombre del progreso y desarrollo de Maipú, se está construyendo un mall. La edificación ha puesto en peligro la vida de quiénes hemos pasado por las cercanías del lugar, encomendándonos a Dios para que nada nos caiga encima. Sorteamos todos los peligros y sobrevivimos, pero ¿qué irá a pasar con el pimiento? ¿Acaso ya no tendremos la felicidad de verlo formando parte del paisaje en nuestra comuna?
Al parecer alguien olvidó la ley 19.300 que protege el medio ambiente y preserva la naturaleza. El árbol está cercado y es muy probable que sus raíces estén dañadas por el cemento.
Me parece inadmisible que en Maipú no protejan el patrimonio ambiental y nosotros asistimos indiferentes a la destrucción del pimiento que viene a sumarse a la desgracia del basural que nos han regalado este año.
Emilia Páez Salinas.
Voluntaria por el Patrimonio.
(1) Bluske Castellanos, William, Subdesarrollo y Felicidad, Empresa Editora y Gráfica Guadalquivir, Tarija, Bolivia, 1993, cuarta edición, página 35.
(2) Idem.
EL VIAJE
Julio Abel Sotomayor Campos
Despertó antes de lo habitual, sin necesidad del despertador, relajado, con buen ánimo y, como ocurre cuando se ha dormido bien, su mente estaba totalmente en blanco. Permaneció un rato más en la cama con los ojos abiertos, de espaldas mirando el cielo de la habitación, luego se levantó y fue a la cocina para dejar calentando la cafetera mientras tomaba una ducha. Tarareando la canción que se escuchaba a gran volumen en la radio, disfrutaba del agua tibia cayendo sobre el cuerpo, proporcionándole un agradable placer. Siempre cantando, después de terminar el baño, fue a vestirse poniendo gran esmero en aquello y una vez que estuvo satisfecho con su atuendo, volvió a la cocina para preparar un café y revisar mentalmente su itinerario mientras saboreaba el estimulante brebaje, acompañado de unas galletas dulces.
La brisa fresca le esperaba afuera para acariciar su rostro en esa clara mañana. Como era temprano, aún no se congestionaban las calles y no tuvo dificultad en abordar un transporte hasta el Terminal donde tampoco sufrió la fastidiosa fila de otras oportunidades para adquirir su pasaje: –Asiento veintiuno al lado de la ventana- pidió. No estaba disponible. –Bueno, no importa, dame el veintidós- solicitó. Regularmente viajaba sentado al lado de la ventana mirando el paisaje o bien cerraba los ojos y se dejaba atrapar por el sueño para escabullir a los viajeros parlanchines. Sin embargo, ahora sentía ganas de conversar.
Una sensación rara y casi imperceptible que a veces ronda en nuestro subconsciente, como si esperásemos algo que nos va a suceder, un acontecimiento extraño, le provocaba cierto grado de ansiedad mientras aguardaba el momento de partir. Con ese sentimiento y el bolso colgado en el hombro se dio unas vueltas por el recinto esperando que el bus se instalara en el andén, las manos en los bolsillos, silbando distraído, mirando la portada de revistas y periódicos, sumergido en su propio mundo sin percibir el agitado ir y venir de las personas que pasaban con prisa por su lado. Consultó por enésima vez su reloj y estimó que era el momento, por fin, de ir a tomar su lugar en el bus.
Camino hacia el andén percibió un exquisito aroma que le obligó a detenerse para dar vuelta y descubrir una esbelta figura de cabellera negra cruzando presurosa y que luego desapareció en el tumulto sin permitir que pudiera ver completamente su cara. Dejó subir a todas las personas mientras permanecía mirando a su alrededor, envuelto todavía por aquel aroma. Ya no quedaban más pasajeros que abordaran el bus ni maletas para guardar, el vehículo esperaba con su motor en marcha; el auxiliar le invitó a subir. Arriba del bus, desde su asiento, ella le miró un instante y luego se volvió hacia la ventana. Aquella mujer, de una belleza tal que sobrepasaba lo que imaginara, emanando la fragancia de aquel exquisito perfume, con esa cabellera negra, larga y brillante cayendo sobre sus hombros, ella, viajaría a su lado.
Un cosquilleo recorriendo su estómago no le permitía tomar una posición cómoda en el asiento. Sin atinar a decir algo, cualquier cosa para intentar una charla, trató de leer. Por un buen rato se esforzó por concentrarse en la lectura sin conseguirlo, le era imposible manejar el impulso de mirar de reojo a su compañera. Inquieto se movía en el asiento con regular frecuencia, como un enfermo, incapaz de controlar los movimientos de su cuerpo. Ella miraba, indiferente, el paisaje iluminado por un sol radiante en aquella hermosa y fresca mañana sin nubes en el cielo. Al fin cerró la revista, se acomodó lo mejor que pudo, hundiéndose en el mullido asiento tratando de ocultar su agitación.
-¡Que hermoso día!, ideal para viajar –la escuchó decir. –Ah, ah…sí- respondió, confundido, tratando de disimular su sorpresa y de actuar con naturalidad ante la mujer que le miraba con unos ojos tiernos donde se reflejaba una expresión de amistad. A partir de ese momento se desató entre ambos una espontánea y fluida conversación. Empezaron por confidenciar el paradero y motivo de sus viajes descubriendo la simpática coincidencia de tener ambos la misma ciudad de destino.
Él era ingeniero comercial y trabajaba como auditor en una institución bancaria. Tenía bajo su responsabilidad las sucursales de esa zona del país. Viajaba regularmente para auditar las oficinas a su cargo. En ocasiones como ésta por ejemplo, viajaba en forma imprevista, pues se sospechaba que un funcionario estaría adulterando la contabilidad interna y de algunos clientes, desviando esos dineros hacia una cuenta relacionada con una amiga o amante, no estaba claro, el caso es que este empleado manejaba esos fondos que ingresaban por diferentes medios y en gran cantidad en dicha cuenta. Su misión, esta vez, era efectuar una revisión de la contabilidad para determinar si efectivamente existía una apropiación ilícita del patrimonio, tanto del banco como de los clientes.
Ella era modelo y vivía en la ciudad a la cual se dirigían. Regresaba de la capital luego de haber participado en un desfile de las últimas creaciones de un prestigioso diseñador internacional y de haber estado en algunos canales de televisión como invitada en diversos programas estelares. También ella necesitaba revisar sus cuentas después de un largo tiempo fuera de la ciudad y lo primero que haría sería visitar a su contador para que le informara sobre la marcha de su negocio: una academia que preparaba mujeres jóvenes y agraciadas para ubicarlas como promotoras en supermercados y grandes tiendas entre otros servicios-.
Poco a poco la conversación se fue relajando, como si fueran viejos conocidos. Hablaron de actualidad, temas cotidianos, música, cine, comidas, la infaltable farándula televisiva, y otros, hasta derivar en asuntos más personales e íntimos. Entonces, sin ponerse de acuerdo, espontáneamente, uno pensando en la oportunidad, la otra pensando en el destino, comenzaron el juego. Así fue como él, expresándose con gran convicción, destacaba las cualidades de la mujer: su delicadeza, conocimientos, seguridad y por sobre todo su belleza. La sensualidad de su boca, la luminosidad de los ojos, su espectacular cabellera. Ella sonreía coqueta, pero serena, dominando sus impulsos, dejándose querer; esperando para saber hasta dónde era capaz de llegar el hombre. Necesitaba seguridad antes de mostrar sus emociones.
Ese grato encuentro les había hecho muy ameno el viaje que estaba a punto de concluir. El breve silencio que se produjera al percatarse la pareja del poco tiempo que les quedaba para compartir, fue roto por la mujer. Sorprendiendo al hombre le propuso que almorzaran juntos, evidentemente él aceptó. Luego de bajar del bus y ponerse de acuerdo en la hora y el lugar se despidieron con un tímido beso en la mejilla.
Minutos antes de la hora acordada la mujer esperaba impaciente, mirando cada vez que sentía el vaivén de la puerta hacia la entrada del local, hasta que por fin apareció el hombre. Como en el reencuentro de dos seres que han estado juntos mucho tiempo y que el destino, por alguna razón, ha separado, se estrecharon en un largo, emocionado y tibio abrazo, que luego, al separarse, concluyó con beso entre mejillas y labios que hizo padecer al hombre un estremecimiento, un fluir acelerado de la sangre. Aprovechando un breve silencio provocado por la presencia del mozo que anotaba los pedidos, lograron controlar la ansiedad y poner en orden sus emociones. Apenas éste se retiró, con gran interés la modelo preguntó al ejecutivo por los resultados de la auditoria –Nada-, contestó, -todo está en regla. La dueña de la cuenta es una exitosa mujer de negocios, el empleado la ha atendido muy bien y ella le ha entregado toda su confianza para que él coloque su dinero en los fondos de inversión que sean más rentables. Hasta el momento el funcionario no se ha equivocado y no creo que lo haga porque es muy criterioso. Éste es un típico caso de celos profesionales, la acusación de un empleado envidioso del éxito de un colega avalada por una mujer despechada, la cajera de la sucursal, a quien, el funcionario cuestionado no ve nada más que como una colega a pesar de sus atrevidas y descaradas insinuaciones-. –Ah… que bueno, no sabes cuánto me alegro por ese hombre- dijo ella agregando algo más que él no pudo percibir, porque ya la mujer levantaba su copa de aperitivo para brindar por la gente honesta y por ellos, por este tan singular y oportuno encuentro.
El aperitivo y el vino con el cual acompañaron el almuerzo los desinhibieron y dio rienda suelta, sin timidez, al juego de la seducción. Cada frase, ya fuera de ella o del él, expresaba una admiración mutua, destacando virtudes y cualidades físicas. Terminaron de comer y se quedaron largo rato charlando divertidos, riendo de cualquier cosa, acariciándose las manos entrelazadas hasta que el silencio les devolvió la gravedad a sus rostros y ambos parecían estar reflexionando, tal vez, en lo fugaz que son esos momentos. El reloj anunciaba que debían volver a sus propias vidas, a la rutina de cada cual.
Salieron abrazados del lugar y caminaron así por las calles del pueblo, en silencio, lentamente, como si cada paso les llevara a un camino que se partía en dos, donde, inevitablemente, tendrían que seguir su propia senda. Era allí, justamente, donde ninguno de los dos quería llegar. De pronto la mujer se detuvo, se volvió hacia él y acarició su rostro, el hombre no se pudo contener, la atrajo hacia su cuerpo y apretó sus labios en la boca de la mujer que parecía esperar con inquietud aquello, dejándose besar, totalmente entregada. -Este es mi departamento- le dijo una vez que recuperó el aliento y le invitó a entrar.
La puerta se cerró dejando afuera espacio, tiempo, obligaciones. Adentro, el deseo contenido se desbocaba como un huracán azotando con furia esos cuerpos estoicos y desafiantes, dispuestos a sentir en la piel, en los huesos, en el alma, aquello que la imaginación estuvo premeditando durante el tiempo que duró el viaje. Acariciándose ansiosos buscaban la cama. El hombre abría la blusa de la mujer haciendo saltar los botones, mordía su cuello, sus hombros, ella, extasiada, se dejaba poseer exclamando, -amor, mi amor…
-Señor, Señor…, estamos llegando- La voz del auxiliar lo despertó. –Está bien-, respondió, medio dormido aún y avergonzado al notar que su compañera de viaje lo miraba como ocultando una sonrisa que no podía reprimir. El bus se acomodaba lentamente en el andén mientras él, observando a la mujer repasaba su sueño y ponía en orden su cabeza. Ella sabía que era observada por aquel hombre, algo en su mirada le atraía también y se sentía halagada. Detuvo un taxi, luego de acomodarse en el asiento clavó los ojos en el ejecutivo, que no apartaba de ella su mirada, le regaló una dulce sonrisa y alzó su mano en un gesto de amistosa despedida. Él dejó caer su bolso para responder y así estuvo, con la mano alzada, hasta que el vehículo desapareció en una esquina cercana.
Supimos sólo en abril pasado una noticia lamentable: en enero falleció el ex socio, Rhenan Vilas, alumno del taller de Narrativa Avanzada de la Biblioteca Municipal.
Sus escritos originales e imaginativamente ricos, lo hicieron destacarse en forma notoria en el grupo de talleristas. Permanecerán sus cuentos y una pequeña pieza para la escena, en las antologías anuales de sus talleres, que acostumbraba editar a fines de año esa Biblioteca.
Sabemos que tenía una novela preparada. En este edición nos es grato ofrecer algunos textos que él presentó en clase para ser comentados y corregidos.
Esperamos que en el futuro se puedan rescatar algunos más.
LIRA Y THERESA
Eran las diez de la noche y todas las habitaciones del edificio se veían sin luz a través de sus ventanas exteriores. Por los pasillos internos aún circulaban asistentes y auxiliares. Afuera, en los campos y prados conformados por pequeños huertos de plantas y flores, se escuchaba el sonido de ramas agitadas por el viento, el croar de las ranas en sus diminutos charcos, el chirrido de los grillos jugando a las escondidas ,el canto de algún pájaro nocturno y el exquisito aroma perfumando la desparramada noche de los huertos florales.
Lira se había recuperado lo suficiente como para pasar a la segunda etapa del tratamiento que consistía en cultivar su propio jardín floral terapéutico; allí se enseñaba lo básico relacionado con jardinería y el valor que se le asignaba en la recuperación de los pacientes psiquiátricos. De lo que se trataba finalmente era que cada residente se reflejara con el crecimiento y mantención de su huerto, en su propia reconquista como personas y esas flores preciosas que ayudaban a crecer, echaran raíces en sus almas como en una perfecta simbiosis purificadora. Este tratamiento duraba hasta que la propia interesada consideraba que su sanación estaba completa.
Theresa llegó al Centro de Convergencia de Medicina Natural y Floral con una buena fama de escritora y arrastrando una depresión post parto porque durante el embarazo, el ser que ocultaba en su vientre le había desnutrido su cacumen creativo, como decía. Más adelante le contó a Lira que como ella, también tiraba un problema sentimental y carnalmente se sentía violada y abusada.
El ambiente terapéutico se colmaba de confesiones de mujeres atropelladas y espiritualmente atormentadas, no importaba la edad – la mayoría eran jóvenes – ni la condición social, cultural, económica ni su pasado. La enfermera que las atendía con sus brebajes de medicina natural repetía al verlas ingresar al recinto como delicadas muñecas de trapo: - Padres, hermanos, hijos, esposos, amantes ¿hasta cuándo torturáis a vuestras mujeres?
Lira, en las noches luchaba contra los malos recuerdos que la impulsaban a volver atrás. Una noche en que el sueño estaba a punto de desaparecer, se levantó y fue hasta donde la enfermera para que le diera una poción para dormir y cuando volvía a su cuarto por el pasillo semioscuro, se equivocó de puerta y entró en la habitación de Theresa que estaba sentada en la cama revisando unos papeles. Lira, muy abochornada, le dijo:
-Perdón, me equivoqué de puerta. Tuvo la intención de salir inmediatamente, pero Theresa alcanzó a decirle:
- Espera, no te vayas, hace días que quiero hablar contigo, qué bueno que entraste, veo que llevas tu bebida somnífera; eso es señal de agobio. – Sí, respondió Lira, a veces despierto en la noche con la angustia de revivir el pasado que me trajo hasta aquí. – No me extraña, afirmó Theresa y tengo entendido, de acuerdo a lo que dice el médico, que en la medida en que avanza nuestra sanación, más nos acosarán los demonios del pasado. Theresa la invitó a sentarse a su lado y Lira le preguntó qué hacía con esos papeles. – Son cosas que yo he escrito y que ahora no recuerdo haberlo hecho. Lira dejó el vaso en el velador y descuidadamente tomó un papel y dijo – ¿Puedo?, recibiendo un delicado – Si.
Al poco rato de lectura comenzó a llorar; Theresa le retiró el papel de las manos abrazándola, ambas lloraron como almas gemelas. Hablaron durante toda la noche, de la infancia, la adolescencia, sus deseos, amores, fracasos y alegrías. Cada una relató con detalle su primer gran amor y su pasión sexual y descubrieron que las dos habían sufrido el mismo fracaso por culpa de un amante que padecía de eyaculación precoz. Recorrieron parte de sus vidas como adultas, enredadas en la trampa de un matrimonio que se vino abajo cuando el ser que amaban se sacó la máscara y se convirtió en mitad macho y mitad bestia.
Theresa y Lira desde esa noche fueron inseparables, participaban de las terapias, trabajaban en el cultivo de sus huertos, charlaban paseando por los prados primaverales y se detenían bajo un aromo; Theresa le hablaba de sus proyectos literarios y finalmente le decía: - Tú me inspiras con tu perfume de tierra fresca, dulce y gentil. Se abrazaban y el contacto de esos dos pechos solitarios quedaba palpitando como algo impetuoso y vívido en el cuerpo de las dos mujeres.
Una tarde en que todas las internas jugaban – bajo un sol generoso – a tirarse agua corriendo y riendo de un lado para otro, Theresa tomó las manos de Lira y jugaron con ellas a tomarse, apretarse y acariciarse sus alegres caras y tomadas de las manos se sentaron bajo el familiar aromo, cada una secó sus manos en el vestido de la otra, rozando sus piernas; de repente, el juego transformó sus caricias y miradas. Ambas descubrieron en sus pupilas lo que habían ocultado como un secreto deseo prohibido y un beso rápido, como un pensamiento de ternura y pasión, juntó sus labios, un ardor trémulo de mariposas atrapadas inundó el corazón de las dos mujeres; una mezcla de sueño alucinante y transparente recorrió sus sentimientos y una ardiente e insondable sensibilidad las arrebató como una inmensa ola de agua vegetal.
En este episodio me viene a la memoria la hermosa rehabilitación de nuestra mente y espíritu. El bello trabajo de cultivar flores fue la gran fuerza que nos permitió abandonar aquel centro con una nueva felicidad creativa y en medio de esa convivencia, nosotras sembramos la semilla que enraizó dos almas y dos vidas. Ambas habíamos sido arrastradas por un torrente de ultrajes que nos trizó la conciencia y nos quebró el amor. En ese estado de miserias, agonías y depresión caímos en el pantano de la nada y después de una larga caminata sobrevivimos del inconsciente y descubrimos que en el fondo del pozo brillaba, enceguecedora, la lámpara del amor.
Ahora con la firmeza y claridad que nos prometió el tiempo pasado, puedo recordar, escribir y describir episodios abominables, sobre todo relatar aquellos momentos terribles en los cuales la angustia me dictó conceptos y palabras enajenados.
Por ejemplo, recordar que yo me encontraba vacía, sin amor y sin nada bueno que evocar, como una vagabunda que no tiene adonde dirigir la mirada. El tiempo y mis dolencias empezaron a ser mis aliados y mi determinación irrevocable y firme, por última vez y en un acto de perfecta cordura, dejé entrar en mi casa y en mi cuerpo a ese despreciable y perverso ser que había transformado mi existencia y que decía llamarse hombre. Esa acción sería el final de una mala historieta de abuso y violación.
En el inicio de esa función postrera, le dije: - En este epílogo mi sexo permanecerá oculto en la cárcel de tus golpes y fabricaré un cuento mientras fornicamos, pero tú no prensarás mi cuerpo con tu saco de corrupciones; esta última vez seré yo la que te cubra con mi jardín de espinas que ha cultivado para esta ocasión y atraparé tu pene con los pliegues de mis calles solitarias y jugaré a clavarte con mis púas candentes
como las que me han herido cuando tú jugabas a dañarme. Cuántas veces, yo y mi vagina sangrábamos mientras tú acababas con la demencia de un macho cabrío. Ahora mi vagina será tu corona de tortura y no podrás ocultarte en tu maquinaria de fabricar miedos, engaños y traiciones, porque para siempre quedarás entre el placer y la agonía como en una pesadilla de troncos quemados. Ésa será mi venganza, que será la venganza de millones de vaginas que han sido desgarradas, humilladas, sometidas y obligadas a permanecer calladas y fingir millones de orgasmos para no destruir tu decadente, gastada y patética virilidad. Y cuando te duermas oculto en tus fracasos, yo armaré mi propia alegoría y te narraré el comienzo de tu final dentro de mi alma y dentro de mi cuerpo.
Ocurrió en un pequeño espacio donde la magia del lugar hacía florecer todo; allí nos abrazamos y fue como la fusión de cuatro lunas de rojo terciopelo y nos transfiguramos y fuimos dos Evas; la primera mujer inviolada que se entregó al amor por el amor y una mezcla de jardín del Edén y árbol afrodisíaco surgió de las pieles, indicando el camino púrpura que lleva hasta el manantial donde nace la flor del huerto. Y seguí por el abecedario de la lírica nupcial y extasiada de tanta expresión dorada, escribí el primer beso sobre sus labios de pálido cuaderno y ella sonrió con la primera risa inaugurando nuestro ideal de sexo literario y de pronto, las dos fuimos jardineras plantando nuestro diálogo en el texto de la pasión.
Las mujeres hemos fallado en el intento de soportar plenamente tu sexopuñal que nos penetra con el ímpetu de cactus demente, dejando las carnes abiertas de par en par por donde escapan el deseo, el placer y el amor, quedando solo el dolor. Nunca aprendiste ni nadie te enseñó a cuidar y labrar el capullo de la magia de la ilusión.
Esta vez me nutriré con tu propia maldad y te digo: hoy no necesito de ti. Te usé hipócritamente y fingí como tantas otras veces, redactar la leyenda de esa fornicación en la cual yo arrebaté tus intenciones, tus ideas de macho derrotado y mientras me movía recuperé el terreno de la poesía femenina que me usurpaste y violaste con tus torpes caricias de aprendiz de lector atrasado y cuando ofendías mis intimidades atropellando mis pudores con tu lápiz sin pasta, buscando lo que buscan los perros salvajes. Has injuriado mis páginas interiores con el vómito y suciedad de tu espíritu amargo. Destrozaste el icono sagrado que habitaba en mi cuerpo y dejaste como símbolo de tu profanación, una gran mancha deshonesta y letras agonizando.
EPÍGRAFE
En un tiempo pasado, sin fecha exacta, Theresa le preguntó a Lira: ¿Cuidarás y amarás a mi hija? – La cuidaré y la amaré como si yo la hubiera engendrado y yo la hubiera parido – contestó Lira a Theresa.
Rhenán Vilas
Domingosietedenoviembredelañodosmildiez
DE TODO UN POCO
Santiago es un pequeño planeta que tiene como núcleo central el centro y los satélites, átomos con gordura mórbida que revientan sus cuerpos. Caminé por sus calles, conversé con los vendedores ambulantes y en las micros con los cantores populares al compás de sus guitarras dolientes y pobres. En la noche me encontré con los cesantes, que en el día son cesantes y en la noche – algunas y algunos – se prostituyen para llevar a sus casas el semen de la pobreza. Llegué tarde a la periferia, al límite, y me tropecé con la oscuridad de sus habitantes que viven engañados con las falsas promesas de los perversos engañadores de siempre y los cuerpos de los más pequeños sin poder salir del pozo sin fondo de la drogadicción. Avancé hasta la taquicardia de sus gentes, gente acelerada y trabajólica acumulando más y más trabajo, más gestión y más gestión en su presión arterial.
Sonámbulos estresados sobreviviendo en los ríos de soledad en pos de la estrella falsa del consumismo. Me subí al tren de las mujeres que centellean en las pequeñas historias anónimas de cada día. En otoño cayendo deprimidas como las hojas de los árboles, oponiéndose a las órdenes del dictador de No caer y…Cayeron. En invierno, escapando del frío y de la escarcha en la cama caliente del amor. Y en primavera cuando el deseo se altera abriéndose a la vida como una fuente natural.
Y en verano, sofocados de calor y de mujeres con los pechos y el trasero a medio tapar, y el ombligo al aire como una pequeña rosa de la rosa mayor, y un festival de insolentes, atrevidos rebaños de nalgas coqueteando dentro de un mini minúsculo colalés.
Rhenan Vilas, once de septiembre del año dos mil seis
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MICROCUENTOS
TRIZADURA
La mujer abrazó al hombre y cuando el hombre comenzaba a fundirse en su interior, el cuerpo de la mujer se trizó y se rompió en mil puñales que crucificaron al hombre.
LABERINTO
La mujer hecha pétalos se abrió y el hombre penetró como en un laberinto de sombras y calles de vértigo azul y palpitaciones rojas, era el corazón que se estremecía como el verso y el fuego en el rosal exaltado.
EL GRITO
El grito, fue un grito aterrador, violento, terrible y agónico, como si la noche hubiera sido herida de muerte y sangrara duelos y cenizas; del infinito llegó un vacío de flechas y remotas campanadas, doblando a muerte por la plata de la luna y por el oro del sol y por la naturaleza contagiada, muerta y sepultada.
EL VIOLÍN
La mujer se acunó en los brazos del hombre y éste la afinó como su fuera su violín, el hombre tensó el arco y la mujer suspiró y extendió sus raíces y su cuerpo cantó, y un adagio de leños encendidos iluminaron las cuerdas ocultas del deseo.
Y las mieles de las notas crecieron y enredaron la pasión en una sonata de madera crepuscular.
OSCURIDAD
Mi calle se inundó de lluvias, quejas y oscuridad, el agua del cielo traía sonrisas de Dios, igual mi calle se inundó de lluvias, quejas y oscuridad. En mi calle se inundaron el amor, la tierra y la claridad, y las sonrisas de Dios escaparon raudas por el alcantarillo de piedra.
Rhenan Vilas Diecisiete de octubre del año dos mil seis
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