sábado, 17 de julio de 2010

De LAS RAÍCES

por Osvaldo Mora

Román es un niño mal criado. Quizás por ser hijo único, egoísta. Sus padres le compran todo lo que él quiere, tiene pelota de fútbol, bicicleta, radio,zapatillas de marca etc.. está por cumplir 12 años, dice que pololea con Ester Pereda, una niña bonita, graciosa y juguetona.

Un día el muchachito la ve elevando volantines con un compañero de colegio, llamado Rubén. Estaban felices, eso le causó gran enojo y trató en forma grosera a la pareja que jugaba sanamente. La niña le respondió con calma:
-Sólo estamos elevando volantines, ven, elevemos uno los dos.
- ¡Jamás! y nunca mas hablaré con ustedes. Ahora iré al río a escuchar la música que me gusta. Partió sin despedirse.
En el camino se encuentra con su padre, quién al verle de mal humor decide acompañarle. Pregunta el porque de su enojo.
- Es que la Ester y el Rubén están jugando juntos.
- Ellos y tú tienen todo el derecho a jugar.
- Pero, Ester es mi polola.
- Hijo, ella no es un objeto, por lo tanto no es de tu propiedad.
- Si, pero yo no hablaré nunca mas con ellos.
En eso llegan junto al río; las aguas están tranquilas, no se siente la menor brisa. En el fondo se ve caminando una pancora, que la enturbia levemente. Una mariposa moja sus patitas y se para sobre unas flores silvestres.
Román sacó sus zapatos queriendo refrescar sus piés, entonces ve reflejado en el río, el rostro de la niña y su amigo, ambos sonreían, lo cual le enfurece. Toma una gran piedra, que lanza al rostro de ellos, de inmediato siente que los dedos de su mano derecha pierden movilidad. Su papá al darse cuenta, se asusta y sólo logra decir: es castigo por golpear el agua, debes agradecer que no se paralizó todo tu brazo. El niño parecía no escuchar, recoge una botella plástica y saca agua, dejándola sobre el pasto dice: - tambien te castigaré por lo que me hiciste y sacando una radio, pone un cassette con música rock de corte satánico, la coloca muy cerca del envase y da todo el volumen. El agua empieza a retorcerse con muestras de dolor, hasta quedar hecha un ovillo gris y deforme. Román ríe y se burla.
Sorpresivamente de la botella surge un brillante espejo- Gracias por tu regalo, alardea el indolente y tomándolo empieza a mirarse en él; al instante se da cuenta que su rostro va cambiando, aparecen rasgos horribles que le asustan, intenta lanzarlo al suelo, pero no puede, sus manos están aferradas a él con tal fuerza, que el padre no puede desprenderlo de ellas.
El niño llora amargamente. Su progenitor no sabe que hacer. Se oye un suave ladrido, aparece tras unos arrayanes un perrito blanco y lanudo con un corbatín negro. A corta distancia le sigue su amo, el mapuche Huenchupán; con una rama de maqui espanta a un colihuacho, que quiere probar su sangre.
- Mag maggi, peñi huinka.
- Mag maggi, peñi, responde el padre de Román.
- Ya se lo que pasó a tu hijo, ofendió gravemente al agua y ella de vez en cuando, da un escarmiento. Voy a interceder en favor de tu niño, pero conversarás con él para que cambie su conducta.
- Gracias peñi, si le salvas te lo agradeceré toda la vida.
- Sé que eres buen huinka, por eso lo intentaré. Moja sus manos en el río y luego se pone al lado del jovencito. Su mano izquierda la posa sobre la derecha del niño y extiende la otra sobre el espejo. Al contacto de aquella piel callosa, el vidrio empieza a chorrear agua, dejando libre las manos de Román, quién en muestra de agradecimiento, cosa que nunca hacía, abraza al originario y luego a su padre. Al apretar los cuerpos, se da cuenta que sus dedos han logrado moverse de nuevo.
- Ahora falta lo mas dificil, hacer que tu rostro vuelva a la normalidad; saca el casete que tiene tu radio y coloca este.
El muchachito cumple el pedido, entonces Huenchupán toma su mano y camina con él al río.
Ambos se adentran algunos metros; el padre con ansiedad y en silencio escucha lo que dirá el hombre de la tierra al agua.
éste empieza a hablar:
- Bella y mágica dueña de la vida en todo ser viviente, te ruego perdones a este pequeño por saber tan poco de tí, que la culpa no es sólo de él, por favor escucha al muchacho.
Sin mover ni un solo músculo de su apacible rostro, el agua pone atención.
- Perdona mi ignorancia y odio a los demás; si lo haces iré por el mundo defendiéndote, no permitiendo que te contaminen, pero sobre todo enseñando a otros niños sobre tu bondad y tu poder, perdóname agua.
El mapuche pide a Román, escuchar la grabación. Suavemente se empieza a oir a un Coro de Niños, que habla de la defensa a la Naturaleza, Mares, Rios, Aire, Flora y Fauna. El muchachito siente que la letra llega al fondo de su corazón, sin darse cuenta brotan las lágrimas y éstas borran toda huella de fealdad. El llanto no le deja ver y no se ha percatado de la transformación del río.
- Limpia tus ojos, lo hace con ambas manos, entonces puede ver un espejo de grandes dimensiones y en él su rostro tal como era. Demuestra toda su alegría gritando:

¡Peñi, Huenchupán, mamá, papá, Ester, Rubén, niños del mundo!
¡El agua es Sagrada!

Paiyako.

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