domingo, 3 de octubre de 2010

LA MATEMÁTICA ES MORTAL

por Mario Cáceres







“-No soy más que un mortal como todos los demás; un descendiente del primero que fue formado de la tierra. Mi cuerpo se elaboró en el vientre de mi madre, donde durante diez meses fui modelado en su sangre, a partir del semen viril y del placer compartido en una cama. Una vez nacido, respiré el mismo aire que los demás, y vine a caer en la misma tierra, lancé el primer grito y lloré como ellos; me envolvieron en pañales y cuidaron de mí. Ningún rey comenzó la vida de otra manera: la vida tiene una entrada, y la misma salida para todos...”
Alberto Dantón Numers, profesor de matemática habla con elocuencia como si estuviese con sus alumnos, pero frente a él, solo se encuentra su esposa Beatriz. Recita, demostrando un amplio conocimiento de La Sagrada Biblia.
El docente afirma las manos en el respaldo de la silla del comedor. La mujer se encuentra sentada al lado opuesto con su boca y los ojos abiertos.
Aumentando el volumen de la voz, agrega: -Todos nacen y mueren de igual forma pero el vector vida aclara la diferencia. Tiene una medida para cada uno de nosotros, también tiene dirección y sentido. Los dos somos vectores, y la acción misteriosa del amor permitió que nos interceptáramos. Posteriormente la ecuación humana del matrimonio nos ubicó en paralelo y hasta que la magnitud de la diferencia en años nos separe.
Alberto prosigue: –Tú aceptaste que un tercer vector nos cruzara formando un triángulo. El lado A (Alberto), el lado B (Beatriz) y el lado C (X Incógnito) Mi amada esposa, perdón, el verbo amar no puedo conjugarlo. Debo decir mi odiada esposa. La incógnita la resolví aplicando Pitágoras: X=C. El lado C corresponde a Carlos, mi hermano. La traición con cualquier hombre, al final la aceptaría, pero ¿Carlos?
Golpes en la puerta del departamento. El gordo del 521 –Vecino, ¿Pasa algo? ¿Qué fue ese ruido? Vecino, sabe que cuenta con nosotros ante una emergencia. Abra la puerta, por favor.
El sol se ha ido pero la luz se aferra al cielo, pronto, muy pronto será el dominio de la oscuridad. El teléfono reclama insistente, una y otra vez, con su mala educación acostumbrada cree que es el centro del universo, invento fatuo e inoportuno. El educador responde: -¡Carlitos, hermano querido! ¿Cómo estás?- Silencio mientras oye a su interlocutor a través del aparato. –Beatriz te envía un beso grande, es muy efusiva, da la impresión que es el último adiós, te sorprenderás cuando sepas de nosotros. Saludos a Carmen.
Mientras cuelga el fono, piensa: “Sí, ¿Querido hermano? Te sorprenderás cuando el juez te llame. La carta que he dejado solicitando sea leída ante todos los componentes de la familia mayores de 18 años. Te convertirás en un paria. Sin raíces paternas tú jamás serás raíz de otros de nuestra sangre; cuando conozcan el contenido, odiarán ser tus hijos. Sufrirás las desventuras de Job. Gritarás como él, desgarrando tus ropas y con el puño en alto, dirás: “¡Maldito el día en que nací y la noche que dijo ha sido concebido un hombre! ¿Por qué no morí en el seno y no nací ya muerto? ¿Por qué hubo dos rodillas para cogerme y dos pechos para amamantarme? ¿Encontraré un Dios que se apiade de mi alma?”
Alberto Dantón, con tono amoroso, mirando a su esposa: -Recuerdo cuando nos conocimos en la empresa “Portland y Portland – Agentes de Aduana”. Acompañaba a un amigo exportador de aceitunas del valle de Azapa, eras la cara visible de la compañía y a la entrada les representabas como recepcionistas y secretaria. Por cierto muy hermosa y de una voz musical. La música es matemática ordenada, además tu cuerpo simétrico y la forma sensual de vestir, transparencias de la blusa y los botones prisioneros de dos en uno, me cautivaron. La blusa era de color blanco, similar a la que hoy lleva mi asombrada Beatriz ¿Cooperaste para la colecta del Sida? Tienes dos rosetas rojas en tu pecho, el dinero aportado fue interesante. ¡Mmh! Dos cintas rojas.
El hombre alto de contextura delgada y de espesa barba, ordena su retórica matemática tras una prolongada pausa. Las paredes del comedor esperan las palabras para estamparlas en sus ladrillos. Presienten que se convertirán en una habitación maldita y en cualquier noche oscura y tormentosa se repetirán las escenas con fantasmas como actores.
El monólogo continúa en forma irónica: –El cálculo en física sobre proyectiles fue correcto, los impactos están donde esperaba. Beatriz, pondré en tu mano cuatro monedas de plata para el barquero Caronte. Al atravesar el río de los muertos sus insultos y palos espero sean menores.
La frialdad del profesor es como el hielo eterno. Su rostro se mantiene inmutable. Continúa en un tono más suave y conciliador: -Describiré al demonio Caronte para evitarte una desagradable sorpresa: Es un anciano cubierto de canas, velludas mejillas con círculos de llamas alrededor de los ojos, insulta y golpea con su remo a las almas perversas.
La atmósfera en la sala es tensa, dramática. El hombre carraspea y sorbe un poco de jugo del vaso que se encuentra frente a su mujer, quien no emite sonido alguno, de su boca un hilo de sangre nace muy tenue, muy fino…
Los golpes en la puerta son más insistentes y las voces alteradas suben de tono. La rubia del 520 pregunta por la señora Beatriz. Varias voces solicitando al conserje: -¡Rápido: llamen a don Arturo, por favor!
El preceptor, después de aliviada su garganta, continúa:
-El infierno, según Dante Alighieri, tiene la forma de un embudo, además de un vestíbulo se compone de nueve círculos, otra vez la matemática, la geometría. Círculos en donde los suplicios aumentan en intensidad a medida que aquellos se estrechan. Es el infierno, mi vida. Caronte con voz de ultratumba recita una y otra vez: “Por mí se va a la ciudad del llanto; por mí se va al eterno dolor; por mí se llega al lugar en donde moran los que no tienen salvación”.
Los golpes en la puerta son más violentos. El gordo, descontrolado - ¡Llamen a carabineros! ¡Llamen a carabineros!- En cambio, Alberto, como si estuviese sordo, prosigue:
–Beatriz, tu círculo es el noveno del cuarto recinto, llamado la “Judesca”, donde se encuentra Judas y los traidores a escasos pasos del rey de los demonios, “Lucifer”. El mío es el séptimo círculo del segundo recinto, donde son atormentados los asesinos y suicidas. En este recinto anidan las brutales Arpías que tienen alas anchas, cuellos y rostros humanos, pies con garras y el cuerpo cubierto de plumas. Las perras negras y hambrientas destrozarán mi cuerpo una y mil veces hasta que los despojos se conviertan en semillas y luego en un árbol maldito. Las Arpías comerán de mis hojas y cada hoja arrancada provocará un gemido del alma. Pero, comparado con lo que a ti te espera en el círculo de los traidores atormentados por Satanás, es la nada misma, mi pálida Beatriz.
En mi bolsillo también llevo cuatro monedas de plata para mi estimado barquero Caronte, has partido primero y difícil será encontrarnos ¿Verdad?
La alocución ha terminado. De la pretina del pantalón extrae el revólver y dice:
–Una acotación al margen, en mi juventud, si algo o alguna situación era espectacular o maravillosa, decíamos que es o era mortal, mis alumnos hoy en día dicen que es bacán. Puedo decir con autoridad que la matemática es mortal
Se observa en el espejo que refleja una sala idéntica a la del departamento y tras el cristal a otro hombre muy distinto a él. Un disparo, vidrios rotos y un silencio sobrecogedor. Los gritos de los vecinos mueren en sus gargantas presagiando el drama. Al fin el conserje con las llaves en sus manos que tiemblan al entregárselas al suboficial de carabineros, quién abre la puerta del departamento. Los veinte pares de ojos ponen en aprietos sus órbitas. Esperan un espectáculo aromatizado por el olor a pólvora. Aroma de la muerte anunciando su visita.
Alberto Dantón Numers, vuelve su rostro a sus inesperados invitados y les dice:
–Él asesinó a su mujer y luego se suicidó – Su dedo índice de la mano derecha señala a Beatriz y al espejo despedazado por el impacto de la bala. Mira a los atónitos espectadores y les dice.
-Vecinos, señores carabineros, debo retirarme. Mis alumnos de la Universidad esperan por mí. El examen final de cálculo matemático es impostergable. Buenas tardes– Inclina la cabeza a modo de despedida y recogiendo el portafolio se dirige a la salida…

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Página final Revista N° 3

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