Enrique Lamas Morales
Uno de los surtidores más importantes del espacio-tiempo del mundo cultural, que emana como todos los demás, del territorio afectivo de la psiquis humana, es el de la simulación. Puede explicitarse también como la conducta de tomar un rol o de realizar una actuación en reemplazo de otra muy natural que manifiesta emociones .Estas son estados afectivos de origen innato, respuestas o reacciones de función adaptadora de nuestro organismo a lo que nos rodea. La simulación como también la imitación, la emulación, la subordinación al dominio, la mitificación etc.,etc. , son conductoras del flujo de la “energía psíquica” (Freud).
Estas adaptaciones revelan una capacidad simbólica que otros animales superiores también poseen. Son los que se revelan en las situaciones de caza o de confrontaciones entre ellos, lo que confirma ,por otra parte, que el comportamiento animal obedece en mucho más a lo impreso en los genes que al aprendizaje social. Los niños muchas veces cuando han realizado algunas barbaridades e intuyen un castigo, se echan a la cama y simulan estar dormidos; así se ven tan indefensos que el castigo se aplaza.
Como vivencia la simulación no debe considerarse un engaño. Existe como falsía cuando hay una preparación fabricada por la inteligencia para engañar a otra persona, o en política a la gente , o en los cultos religiosos a los creyentes y en el comercio a los incautos compradores. Interesa aquí entenderla como el arte de la representación.
La simulación también aparece como un lenguaje especial, gestual en la mímica y en la comunicación de los sordos.
Hay otros generadores de cultura que en ocasiones van asociados a ella, pero sólo indirectamente como sucede con la imitación.
Una antigua teoría que fundamenta la actuación de los actores y la puesta en escena de las obras de teatro, es la teoría de las emociones de James-Lange. Dice popularmente que “no lloramos porque estemos tristes, ni huimos porque tengamos miedo, sino que estamos tristes porque lloramos y tenemos miedo porque huimos “. Esto es un abuso de la estrecha relación entre los fenómenos fisiológicos y hormonales que acompañan la emoción ( ojos bañados en lágrimas, el temblor de las piernas, rostro desencajado, palpitación acelerada del corazón etc. etc.). La verdad es que existe una emoción revivida (ya que ella se manifiesta como un impacto repentino que remueve y perturba el estado de relativa homeostasis afectiva las que siempre dejan profundas huellas en la memoria) mediante la simulación de las manifestaciones fisiológicas y corporales.
Maestros expertos en la actuación pueden recurrir en escena a su archivo personal, biográfico de sus vivencias emocionales y revivir a voluntad las perturbaciones afectivas adecuándolas a los momentos y pasajes de la interpretación escénica.
Los grandes dramaturgos y comediantes, recordemos a Shakespeare, a Moliere,`tenían un vasto conocimiento empírico de la representación de las emociones y los mejores actores y actrices de todos los tiempos sabían de la conexión bipolar entre ellas y como trasladarse rápidamente de una a la opuesta ,según el dicho :”de la risa al llanto no hay más que un tranco.”
Sin embargo la simulación abarca muchos ámbitos sociales y no solamente es exclusiva del teatro, el cine, las teleseries, pues la encontramos también en el juego con los trucos, en los deportes, donde reciben el nombre de estrategias, en las liturgias religiosas, en los ejercicios de guerra en los cuales la simulación pasa a llamarse simulacro, en las relaciones diplomáticas, con las reverencias que los japoneses especialmente practican, ya que con esas curvaturas y flexiones indican reconocimiento y respeto. Lo simpático es que en las luchas orientales (como las del kárate),un segundo después de las reverencias se lanzan feroces patadas.
La simulación de las emociones de pena, de tristeza y de alegría y contento, están acompañadas generalmente por el fenómeno del contagio, recurso utilizado a granel por los humoristas en los espectáculos, porque es verdad que la risa es contagiosa. Pero la tristeza, la pena también se contagian. Recordemos que en otros tiempos, para los funerales de difuntos ilustres, se contrataban a las “lloronas”.
En los diversos países, comunidades y pueblos, las costumbres cambian y la cultura misma no se pierde y tiene mucho de reciclable; mas bien algunos modos pasan a la sombra o al desuso. Por ejemplo los estudiados discursos funerarios a los personajes ilustres en los que los oradores soltaban, a lo menos, una media docena de latinazgos, van poco a poco morigerándose y no sería raro que pronto veamos a los jóvenes cambiar el homenaje por el rítmico recitado de un hip hop.
A fines del mes de Diciembre del año recién pasado, se efectuaron en Corea del Norte los funerales del líder, casi rey, o dictador, el gobernante Kim Jong II . Para poder comprender las manifestaciones de pesar que duraron más de una semana , y fueron televisadas y por tanto observadas en todas partes del mundo ,es necesario un previo dibujo del contexto social y político de esa nación . Como es sabido existe la separación entre las dos Coreas. La del Sur recibe ayuda y es la favorita de Washington D.C. En cambio Corea del Norte, recibe el paraguas protector de China.
La guerra permanente entre ambas ha alcanzado hasta hoy escaramuzas sin llegar a desatar un conflicto total .Pero esta situación ha obligado al pueblo empobrecido de Corea del Norte a sostener fuerzas armadas que significan un gran costo .Pero el miedo a una guerra obliga a esa nación no solo a mantener un ejército competente sino especialmente a un horizonte de unidad nacional que permita el sacrificio, la cooperación y la identificación de la gente con sus líderes.
Las manifestaciones de dolor de ese pueblo, aunque nunca conocieran al líder fallecido o hubiesen mantenido una relación personal o familiar con el difunto, tienen un carácter genuino, porque las emociones en cantidad y calidad siempre son auténticas.
Por eso resulta malévolo el comentario de un periodista diciendo que a los que no lloraron lo suficiente, las jefaturas lo condenarían a trabajos forzados .
Ver las imágenes en el acto de simulación colectiva llorando a mares, podría resultar hilarante para algunos . Pero las convulsiones y gesticulaciones que recuerdan al movimiento de las marionetas en el teatro de títeres, mueven mas bien a considerarlo grotesco y, lo grotesco, no produce risa.
Cuidado! Tanta acumulación de emociones negativas, pueden conducir a una depresión colectiva lo que es muy riesgoso para un pueblo que necesita defenderse y luchar para sobrevivir.
Tanta simulación y acumulación de pena, da pena.
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