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Ocho de marzo, el mundo rompe su rutina. En diversos países, el Día Internacional de la Mujer es parte de la agenda gubernamental, los comerciantes se frotan las manos, algunas tiendas hacen descuentos en el vestuario femenino. Sin embargo, esta conmemoración es mucho más que eso. Es la suma de
incontables luchas que a lo largo de la historia han emprendido las mujeres, es el sacrificio de vidas humanas y esfuerzos sostenidos en el tiempo.
En lo personal, ese día tuvo un sabor diferente, fui invitada a compartir con un maravilloso grupo de trabajadoras, que pintaron la tarde con su alegría y espontaneidad.
Nos juntamos en la población Zaror, calle Los Geranios. Allí funciona la sede del Sindicato Unificado de Trabajadores C.I.C cuyo presidente es: Osvaldo Montecinos, el secretario: Ramón Sánchez Yáñez y el tesorero: Roberto Toledo Banda. Como primera directora está una valiosa mujer, poeta y sindicalista, mi amiga María Soledad Albert Ramírez, el segundo director es: Diego Riquelme Sánchez.
El acto lo organizó la Comisión de Cultura del Sindicato. Qué hermoso ver que la Cultura, tan postergada en nuestra tierra, tiene un papel importante en la organización de este sindicato. En la comisión cultural trabajan Juan Carlos Iriarte Palma, Jorge Guajardo Araya y María Soledad Albert.
Las homenajeadas, aparte de mi modesta persona, son trabajadoras de la Planta de Colchonería (sindicalistas), las compañeras del Sindicato Comercial C.I.C. que agrupa a vendedores y administrativos, las señoras del Casino Apunto y trabajadoras de N y S Aseo, que aún no están sindicalizadas.
Resulta gratificante ver, en un país que todavía no logra sacarse el machismo de encima, a un hombre con delantal, él ha preparado los canapés y yo, la muy burra no le pregunté el nombre. Gracias compañero, estaban deliciosos. Pero no es el único, otros preparan tragos, sirven bebidas, ayudan en los últimos detalles del homenaje. Han ordenado la sala, que está muy limpia, trasladan sillas y bandejas.
De pronto ocurre lo inesperado. En un dos por tres las mujeres toman sus sillas colocándolas alrededor de la mesa. Voces, aromas, risas y brindis, llenan el ambiente. Parece una colmena anclada en esa tarde de marzo. .
Luego anuncian que el acto va a comenzar, nos acomodamos lejos de la mesa, vacía, sin manjares, sin nada. Bienvenida, reseña histórica y video acerca de las luchas femeninas. Después Osvaldo, el presidente, dice entre risas, que nos comimos todo al principio y que el cóctel era para el final. Sus palabras son recibidas con carcajadas, estamos contentas.
Después David Castro, María Teresa Neira y Franco Vega entregan sus voces y refrescan el ambiente con las canciones. Lupe y otras señoras bailan cuecas con los trabajadores. De repente ¡milagro! aparecen más bandejas con exquisiteces. Lento, el sol se retira, un tanto envidioso, porque su luz no es necesaria en esa sede que tiene luz propia, un grupo humano cordial y solidario.
Más tarde nos vamos, algunas a sus casas, otras a los trabajos. Todas llevamos una rosa roja que nos han regalado.
Quiero agradecer al sindicato su cordial invitación. Sinceramente fue muy grato para mí compartir con ustedes. Muchas gracias.
Emilia Páez Salinas.
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