viernes, 29 de julio de 2011

de CANTOS A LA MUERTE, RICARDO NAVIA




Dolor en medio de la niebla

Se ha oscurecido todo, hay un gran silencio,
un grave y hondo silencio que cae sobre el mundo
en tanto, al oído de los moribundos
llega aquel canto lejano:

Todo lo que nace
Debe morir

No se escucha el ruido de los vehículos
surcando las lóbregas avenidas.

Soy una reacción química
que se retuerce por las calles;
eres una reacción química que se arrastra;
vamos con el hocico abierto ingiriendo desgracias,
ingresando por la cloaca del rostro todo lo masticable.

Pero por qué tengo este cuerpo de gusano,
por qué este cuerpo devorante,
ingiriente hasta la desesperación?
¿Nací acaso dentro de este horrible figura?
Yo pernocto en su interior, pero,
¿no seré yo el que devora,
no seré yo el que ingiere por la cloaca,
no seré yo el que mastica horrendamente?

¿Cuánto, cuánto tiempo?

Somos una reacción química,
el cuerpo donde estoy alojado es una reacción.
Estoy metido dentro de miles de millones de aminoácidos,
los desoxirribonucleicos son mi hábitat,
me desplazo dentro de otros seres vivientes
que a su vez son sólo reacciones
las enzimas con su propia entropía,
que siguen la cadena porque ingieren a otra reacción,
somos el producto de una secuencia interminable
vivimos dentro de este conglomerado viscoso,
nos desplazamos de un lado a otro con nuestro ADN, nuestra marca;
incitamos a que se abran las cloacas
del organismo
para expulsar o retener,
pero y nosotros,
los que olemos las flores,
los que gozamos de sus colores, nosotros los que reímos,
nosotros los que gozamos,
nosotros los que amamos eternamente,
los que sufrimos,
los que captamos el dolor,
los que somos el dolor mismo,
¿hacia dónde vamos,
por qué estamos dentro de este cáscara, para quéeee…?

Yo soy, ani, ego sum,
rgo eimí, j’e sui, ich bin
ru sou, io sono,
y no nos podemos entender
siendo exactamente lo mismo que los demás.



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