Algunas consideraciones sobre el amor.
Basado en Pasiones de Rosa Montero.
Mario Alfredo Cáceres Contreras (Baruc)
Según la cosmogonía órfica, al principio de todo sólo existía la Noche. Esta Noche infinita puso un huevo, y de él salió el Amor; y de las dos mitades rotas de la cáscara se crearon el Cielo y la Tierra. Así que el Amor es el centro del Universo, el núcleo de la unidad antes de que el huevo se rompiera. Pero no es menos cierto que todos creemos saber algo del Amor. Y, sin embargo, continúa siendo una materia oscura, el reino de la confusión y de lo enigmático.
El Amor es representado en todas las culturas con los mismos símbolos: arcos, flechas, ojos vendados, antorchas con las que inflama el corazón de los mortales. Suele estar desnudo y ser un niño, porque es una emoción que no puede ocultarse y porque permanece igual a sí misma. El ensayista suizo Rougemont dice “El Amor feliz no tiene historia. Sólo el Amor amenazado es novelesco. Y agrega que los poetas cantan al Amor como si se tratara de la verdadera vida, pero esa vida verdadera es la vida imposible”. La sabiduría popular sostiene que las mujeres dan sexo para conseguir Amor, mientras que los hombres dan amor para conseguir sexo; De acuerdo o no con esta aseveración y la opinión de algunos autores que aseguran que jamás podremos entendernos unos a otros. De manera que amar, a lo que parece, significa enajenarse, drogarse, perderse, el deseo de escaparse de ti mismo y fundirse en el otro, buscar lo inalcanzable, desdeñar lo factible. Y, sin preocuparse de que podemos encontrar un Amor perverso, un Amor prohibido, trágico. No nos importa, porque mientras la pasión permanece enquistada en lo imaginario, es una fantasía, una alucinación en la que la persona amada no es más que una excusa que nos buscamos para alcanzar la emoción extrema del enamoramiento. Como dice San Agustín: “Lo que el enamorado ama es el Amor, una droga muy bella, desde luego; pero la vida auténtica y menuda empieza justamente cuando el cuento, el romántico cuento acaba”. Pero no importa, estamos destinados a vivir los infiernos y los paraísos del Amor. Quizás porque todos los amores apasionados son iguales y todos son al mismo tiempo diferentes, porque varía el escenario, las necesidades de cada cual, la manera en que nos enfrentamos a la felicidad y a la desdicha. La Pasión amorosa nunca aprende: siempre es idéntica, eternamente joven, intacta irreflexiva. Y al final terminamos diciendo “Pero cómo es posible que vuelva a estas alturas a las mismas tonterías”, suele esgrimir la razón, espantada, cuando esperamos durante horas una llamada de teléfono que no llega y no llega… “Es que yo no aprendo” se queja el amante dolorido. Y en esos instantes, la vida nunca parece tan efímera como en la melancolía de un amor que termina. Lope, tenía setenta, la vida para él se había acabado. Y en el agosto más acentuado se enamoró “Permíteme callar sólo un momento/ que ya no tienen lágrimas mis ojos/ni conceptos de amor mi pensamiento. Sea cómo fuere en toda historia de Amor, incluso en la más lograda y más feliz, siempre hay un ingrediente de tristeza.
No trato de desmitificar el Amor, al contrario sigamos sobre las nubes y la fragancia emanada del Amor. Sigamos tras esa fantasía, la alucinación que nos provoca la persona amada, sigamos tras esa droga muy bella, continuemos enamorados del Amor.
Definamos la Pasión Acción de padecer/ Inclinación, preferencia o codicia muy viva de una persona a otra. Rosa Montero nos dice en la introducción: “Tengo para mí que éste es exactamente el quid de la cuestión: si nos entregamos a la pasión, si el amor loco nos arrebata, es porque gracias a él podemos evadirnos de nuestra asfixiante individualidad, de este encierro del yo que nos condena a nuestra propia y solitaria muerte. Catón decía que el alma del amante vive en un cuerpo ajeno.”
Sobre esto, creo que el poema de la catalana Amparo Amaros deslinda en la precisión.
Un pensamiento.
Nuestra única forma de ser dioses
es amar sin medida
más allá de lo que a los humanos
nos fuera dado amar.
Sólo así nos concedió la suerte
conjurar el destino
pues más fuerte que el miedo
es el amor.
Y en su nombre fue dicho
que la excepción se hizo
no para confirmar la regla
mas para abrir en ella la brecha de una duda.
Pero hazlo sin creerlo.
Tal vez no sea cierto.
En Pasiones encontrarán las historias de amor pasional de los duques de Windsor, León y Sonia Tolstoi, Oscar Wilde y lord Alfred Douglas, Robert Louis Stevenson y Fanny Vandegrift, Los Borgia, Johon Lennon y Yoko Ono y quizás el amor pedófilo de Lewis Carroll y Alice Liddell, Arthur Rimbaud y Paul Verlaine y varias interesantes parejas de la historia universal. Acomódense en el rincón favorito y deslicen las páginas de Pasiones una a una, porque quedarán presos de la narrativa periodística de Rosa Montero, y no olviden el letrero con grandes letras que indique NO MOLESTAR. Las dieciocho historias publicadas en el diario El País de Madrid, encontraran las Pasiones que ayudan a desmitificar el amor. Un libro fascinante que describe los infiernos y los paraísos del amor y dibuja un rico mosaico histórico sobre la asombrosa aventura de la existencia.
¿Quién es Rosa Montero? Porque nunca debemos olvidar al escritor o al poeta. Nos agrada un libro de sobremanera y poco nos importa el autor o la autora.
Rosa Montero nació en Madrid y estudió periodismo y psicología mientras colaboraba con grupos de teatro independiente como Tábano y Canon. En 1980 ganó el premio Nacional de Periodismo. Ha publicado las novelas Crónicas del desamor (1979), La función Delta (1981), Te trataré como a una reina (1983), Amado amo (1988), Temblor (1990), Bella y oscura (1993), La hija del caníbal (Premio Primavera 1997)Un libro de cuentos Amantes y enemigos (1998), Historias de mujeres (1995) y seis novela editadas entre 1994 y 2002). Confieso que Rosa Montero ha influido en mi aprendizaje como aprendiz de escritor, sobre todo en la novela, La loca de la casa, (publicada en junio del 2003).
EXCELENTE MOTIBACIÓN PARA LEER ESTE LIBRO.Desconocía a la escritora, buscaré alguno de sus libros en la biblioteca o en el bibliometro.
ResponderEliminarFelicitaciones.